Madrid, a 26 de junio de 2012


Pequeña Libertad,


El calor ha llegado y las calles de Madrid se han convertido en un hervidero. La gente sale a la calle como siempre (en eso nunca cambiaremos), pero más tristes. Con esa resignación que sólo conocen las personas que aprendieron a perder demasiado pronto. Sigo extrañando tus pies pequeños, el café templado de la tarde y tus ojos al marcharse como siempre.

Escribo más que antes y salgo menos. No tengo a nadie que me lleve al parque del Retiro y me haga sentir en casa, en una isla lejos de todas las ciudades. A nadie con quien pasear cuando cae el sol, o ver arder todas las hogueras del solsticio, mientras tratas de explicarme que los sueños son el premio de consolación de los que no se atreven a caminar tras sus pasos.

Puede que tengas razón, y que tu ausencia me esté pesando demasiado y me impida respirar. Pero ayer estuve en el concierto de aquel grupo de rock que tanto te gustaba, y me acordé del billete que dejaste en mi mesilla por si decidía acompañarte en uno de tus viajes.


Cuídate mucho,

Guille.

2 comentarios:

Tropiezos y trapecios dijo...

Luego viene el estar helado, aunque fuera hiervan las aceras y los termómetros marquen 40º.

Las ausencias siempre pesan, las ausencias siempre duelen...

Pero volverá, algún día lo hará y si no lo hace siempre nos quedará el Whisky y la literatura, brindar por su memoria y descanso eterno y olvidar que Agosto está por llegar.

Abrazos

Oski

Historias entre Fogones dijo...

La mirada erguida, el caminar de un valiente, que nadie note que sufres, que ella no intuya que la extrañas. Y cada paso será más largo y el horizonte más amplio y comprenderás que la vida está llena de esperanzas y olvidos y que la libertad existe porque siempre es inalcanzable.
Un abrazo enorme.