Madrid-París, a 27 de Noviembre de 2013

Pequeña Libertad,


Te escribo desde el avión que me llevará a París. Tengo que ser sincero contigo y decirte que no he abierto tu carta hasta llegar al aeropuerto. Pero tú ya sabías que lo haría. No sé, tenía miedo. Sé que lo nuestro es una historia abocada al fracaso, pero naufragar contigo nunca fue el problema.


Probablemente te estés preguntando que hago en un avión, y por qué abandono Madrid tan de repente, sin escribirte para contarte mis dudas. Supongo que era necesario compartir contigo un verano para comprender que nadie va a regalarme nada sino empiezo a luchar por ello.


Así que mientras un asistente que se parece a Felipe me sirve una Coca Cola, yo te sueño a mi lado, con todas las nubes de Nueva York disolviéndose a nuestro paso, mientras Buenos Aires, o París, o cualquier lugar en el que me gustaría encontrarte se convierte en una posibilidad infinita.




Cuídate mucho,


Guille.