Querido Guille,
Me encuentro en
Gaza. Said me ha invitado a pasar unas vacaciones con él y con su
hija Dooa. Aquí la navidad es un momento entre mágico y trágico.
Se vive de una forma tan extraña y maravillosa que a veces me
pregunto si conseguiremos vivir todos en paz. Llevo cinco días
conociendo a gente maravillosa, gente que comparte ilusiones y
esperanzas, sin importar qué religión albergue su corazón. También
he visto historias heladoras, y creo que duermo peor esta noche
sabiendo el miedo que se sufre cuando la injusticia te apunta
directamente a la cabeza.
Said me ha dicho
que algún día conseguirá un futuro mejor para su hija, pero yo
creo que sólo trata de engañarse a sí mismo para creer que en esta
tierra hay futuro. Tengo miedo, Guille. Miedo de que al final sean
las balas y no las palabras las que ganen la guerra. Miedo a que
hombres buenos como Said acaben empuñando un arma para poder
salvarse. Sé que siempre dices que los héroes son momentáneos,
pero necesito creer que pueden salvarse y sobrevivir.
¿París? Es
maravilloso imaginar tu sonrisa al caminar por calles como esas, e
incluso tu miedo a lo desconocido (sé cuanto odias viajar y perder
de vista tu pequeña vida). Pero descubro nuevas cosas de ti, y sé
que eres fuerte y que acabarás encontrando un lugar al que llamar
hogar. Sólo espero que pueda ser yo, y no otra, a la que abraces por
las noches.
Te escribiré en
cuanto regrese a Buenos Aires. No te alejes ni un sólo instante, por
favor.
Sonríe,
Libertad.