Querido Guille,
Gracias. Sé que
esta carta llegará antes de que aterrices en Madrid. Y probablemente
no te atrevas a leerla en mucho tiempo. Pero me da igual. Tenía que
decírtelo por carta, porque es el único lugar entre tu y yo que no
entiende de distancias. Gracias por Nueva York (a pesar de lo mucho
que odias las aglomeraciones), por llenarla de tus chistes y tu risa.
De ese humor que tanto echaba de menos.
Gracias por
acompañarme a Buenos Aires y sentirte por primera vez como siempre,
aquel niño pesado que soñada con romper reglas y construir muros de
sueños. Te diría alguna frase graciosa, pero lo único que necesité
esos días eran tus brazos rodeándome y alejando el frío. Soledad
me ha dicho que eres el pibe que peor ceba el mate en Argentina, pero
te perdona sólo por la cara que pusiste al probarlo.
Sé que te dije
que las distancia acabaría mantándonos. Pero sin ti a mi lado,
nunca me atrevería a ser quién soy en realidad.
Sonríe,
Libertad.