Se me hace raro volver a casa sin tus maletas, sabiendo que estarás entre aeropuertos y silencios, preguntándote por qué esta vez tampoco fuiste capaz de quedarte. No sé, a veces pienso que nos complicamos en ser infelices, olvidando cuando éramos pequeños y jugamos a que la vida podían ser las tardes en el parque, o el beso que te robé en aquella fiesta, cuando a penas contaba catorce primaveras.
Estos días contigo me han enseñado que es fácil ser feliz a tu lado, e imposible acostarme sin tus besos y no sentir que me falta el aire. Podría seguir escribiendo, pero creo que al final sólo conseguiría que otro aeropuerto te llevase a mis brazos por tiempo limitado, y al final, acabaría lamentando que no sea capaz de retenerte a mi lado, ya sabes, como las parejas que son capaces de sentarse en el sofá con un café en la mano y sin que sean necesarias las palabras.
Cuídate mucho,
Guille.