dos niños que jugaban a utopías y revoluciones.
Que tenían el mundo a sus pies y nunca
pensaron que el mañana no existiese.
Crecimos y el tiempo,
arrastró la arena de la playa y las hojas
de esos otoños que siempre eran nuestro.
El invierno parecía ser
algo más duro de lo que recordábamos.
Y los proletarios,
sólo una cola que se dirigía al paro.
Y sin embargo,
en aquellas noches de nostalgia y fantasmas,
me seguías recordando que la vida, contigo,
seguía siendo aquel bordillo desde el que soñábamos.
Que las utopía, tras tantos años,
aun siguen haciéndome sonreír a pesar de los soles fríos.
Y me sigues recordando lo que era sonreír.
Será por eso que a aquel niño con chupete
le tiemblan las manos al escribirte, Libertad,
los versos que siempre te pertenecieron.
5 comentarios:
Benditos esos versos suyos! :)
Me encandila la sabiduría con que escoges tus entradas, y esa fuerza de espíritu dispuesto a la batalla.
Una sonrisa
los versos que siempre te pertenecieron y que nunca imaginastes...
Un abrazo! :)
A veces los mejores versos, como los mejores amores, son los que siempre estuvieron allí, pero por algún extraña ceguera, no conseguíamos verlos.
Mil gracias por vuestros comentarios.
sus versos. tus versos.
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