De vocación, amigo, esposo, padre, abuelo. Llevando en el corazón todas esas palabras y las responsabilidades que conllevan. Quien da, recibe, y él, no debió sentirse nunca sólo. Yo lo conocí por boca de sus nietas, oyendo hablar de un héroe, o quizá sólo de la persona que les daba propina en monedas de dos euros, con esa forma de besar en la frente que resumía el mundo en una mirada. En cualquier caso, lo conocí en todos los recuerdos que ellas evocaban, con aquella pasión que sólo tiene quien admira de verdad, quien quiere de verdad. No puedo decir mucho de él, no le conocí como hubiese querido. Sin embargo, conocí bien a sus nietas, a una de sus hijas, a su esposa, y a toda su familia, de la que me enamoré desde el primer día.
Así pues, este adiós, es sólo un canto a la memoria, un brindis a una vida que fue como debieran ser todas las vida: Feliz a pesar de todo, y gracias a todo.
Manuel Arbe Elexpe (Arrigorriaga (Vizcaya) 1932 – Valladolid 2010)