en dejar de admirar tu cuerpo,
mientras la ciudad se fundía
en aquella niebla que, según decías,
calaba el alma y nos dejaba,
algo más cansados y más viejos.
Yo apuraba la tarde y mi martini,
mirándote como si nuestra vida dependiese
de una palabra o un beso.
Como si nunca hubiéramos estado
ni más cerca ni más lejos
de perder el tren o de ganar el cielo.
Yo no tengo ni el secreto de los años,
ni la llave de quererte para siempre,
te dije.
Y a decir verdad, aun no me explico,
como te hago sonreír aunque sea de soslayo.
Y para serte sincero,
creo que esta noche el mundo
se resumirá en lo que ocurra
entre la cuenta y las escaleras del portal.
3 comentarios:
que bien se siente comenzar la semana leyéndote...
Buenas noches
Opino igual que la muchacha de arriba. Besos.
y que bien se terminar la semana...
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