No la conocía antes de verla descender
de aquel coche, pequeño como ella, y a la vez con un carácter que
ese día me pareció eterno. Decidida con su libro bajo el brazo y
aquel bolso de cuero negro, resultaba perfecta en aquella mañana
ligeramente gris que sólo un otoño tardío podría haber dejado en
aquel primero de octubre.
Calculé los pasos que nos separaban
cuando la vi sentarse ante la ventana y abrir aquel libro. Cincuenta
hasta la barra del bar, y otros diez casuales para encontrarme, sin
querer, frente a esa chica que leía distraída. Desee tener un
libro en ese mismo momento, llevar camisa, o tener algo que ofrecer
para poder presentarme, en lugar de mis vaqueros rotos y la mochila
colgada al hombro.
También desee que ella fuese real y no
un bonito reflejo en un escaparate.
5 comentarios:
Genial el cálculo de pasos, sobre todo los "diez casuales".
Preciosa la foto que lo encabeza.
me ha encantado.. lástima que fuese un reflejo, ibas perfecto con los vaqueros y la mochila.
foto + escrito una fusión perfecta,
y ella tan protagonista de algún secreto.
un beso
Muchísimas gracias.
Me ha encantado esta entrada mucho
:)
Un abrazo!
Pero a pesar de los pesares, ambos pudieron disparar una preciosa ¨escena¨.
Otro abrazo
SIL
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