Madrid,
a 3 de febrero de 2012
Pequeña
Libertad,
Me
alegró mucho verte antes de que acabase enero. Fueron días
calurosos, a pesar de que los termómetros marcasen bajo cero y
nuestras miradas no fuesen tan largas como solían ser. Fue bonito
comprobar que tu sonrisa salía de vez en cuando, como el sol tímido
de los días de lluvia. Me encantó el regalo que me trajiste, de
verdad. Aunque creo que con esta, es la décima vez que te pido que
te quedes tú como regalo. Sigues soñando con que las cosas sean
sencillas, y yo sigo admirando tu fuerza frente a todas las tormentas
que nos regala el día a día. Creo que nos vamos haciendo adultos
cuando aprendemos que realmente las grandes victorias se encuentran
en las pequeñas derrotas.
Hoy
hemos quedado todos en aquel bar que te enseñé antes de irte. Como
te prometí, estoy intentando sonreír más y salir. Ladrón me dice
que te mande recuerdos, que espera verte pronto e invitarte a comer
en aquel restaurante de la ciudad vieja.
Como
ves, todo se hace más gris cuando tu te marchas.
Cuídate
mucho,
Guille.
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