Pequeña Libertad,
El calor ha llegado y las calles de
Madrid se han convertido en un hervidero. La gente sale a la calle
como siempre (en eso nunca cambiaremos), pero más tristes. Con esa
resignación que sólo conocen las personas que aprendieron a perder
demasiado pronto. Sigo extrañando tus pies pequeños, el café
templado de la tarde y tus ojos al marcharse como siempre.
Escribo más que antes y salgo menos.
No tengo a nadie que me lleve al parque del Retiro y me haga sentir en casa, en
una isla lejos de todas las ciudades. A nadie con quien pasear cuando
cae el sol, o ver arder todas las hogueras del solsticio, mientras tratas de explicarme que los sueños son el premio de consolación de los que no se atreven a caminar tras sus pasos.
Puede que tengas razón, y que tu ausencia me esté pesando demasiado y me impida respirar. Pero ayer estuve en el concierto de aquel grupo de rock que tanto te gustaba, y me acordé del billete que dejaste en mi mesilla por si decidía acompañarte en uno de tus viajes.
Cuídate mucho,
Guille.
2 comentarios:
Luego viene el estar helado, aunque fuera hiervan las aceras y los termómetros marquen 40º.
Las ausencias siempre pesan, las ausencias siempre duelen...
Pero volverá, algún día lo hará y si no lo hace siempre nos quedará el Whisky y la literatura, brindar por su memoria y descanso eterno y olvidar que Agosto está por llegar.
Abrazos
Oski
La mirada erguida, el caminar de un valiente, que nadie note que sufres, que ella no intuya que la extrañas. Y cada paso será más largo y el horizonte más amplio y comprenderás que la vida está llena de esperanzas y olvidos y que la libertad existe porque siempre es inalcanzable.
Un abrazo enorme.
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