A veces siento la necesidad de
replegarme en mis derrotas,
dejo la maleta olvidada en portales en
ruinas
y regreso a casa con cuatro letras en
el bolsillo.
Sumo mis fantasmas a dudas y fracasos,
te amo y te doy todo sin aprenderte,
como si fueses un instante que se
pierde cuando la noche nos asalta en una esquina.
Me limito a sobrevivir entre individuos
que pretende encontrarse
como una flor en el mar de la Gran Vía.
Escribo mi epitafio en el remite de
cartas no enviadas,
borro esa sonrisa de las fotos de la
infancia,
y evito al cabrón que me señala al
otro lado del espejo.
A veces creo imposible la utopía,
recuerdo a Guevara y lo maldigo con fuerza,
tacho la palabra “quizá” del
diccionario,
y me siento a esperar el fin del mundo,
sin esperar nada.
Y entonces llegas tú. Sólo me abrazas
en silencio, y me rescatas,
rompes mis murallas de latón,
recordando,
que todas las trincheras son victoria y
esperanza.
5 comentarios:
Que bonitos versos...No voy a decir nada más.
Un beso Ladrón!
La paz del abrazo a tiempo. Hasta en el desierto super poblado de Madrid se encuentran oasis que por suerte, no son espejismos.
Salud.
El poder de los abrazos... Magia...
Qué importante es ese abrazo y esa persona que te lo da cuando más lo necesitas y cuánto menos lo pides.
Un besote!
Abrazar en silencio!!!!amar en silencio sin hacer ruido!!!qué bonitos poemas escribes, llenos de sentimientos!!!
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