Morfología de un recuerdo

Soy joven y ya guardo,

alguna cicatriz y algún recuerdo.

Como el de aquella mujer que insinuaba,

que el amor se apagaba lentamente.


Quizá debí amarla más deprisa, o recordar

los caminos que nacían en su vientre.

Las noches en que a solas me inventaba

nuevas formas de conquistarte en cuerpo y alma.


No fueron ni las discusiones ni el cansancio,

sino esa prisa incierta y temerosa,

la que te hizo abandonarme aquella noche

en que Iniesta marcaba un gol a una utopía.


Y yo te busque, lo prometo,

en los lugares donde se buscan las cosas perdidas,

aunque tu nunca estuvieras allí, o te encontrases

besando otra piel mas tibia.

Intentos

Parece que sólo queda salir con las maletas.

Abandonar el pasado y los presentes

Los recuerdos anclados en las aceras

donde perdimos demasiadas palabras.


Los besos en los portales, las aceras infinitas y el teatro

donde tantas veces desee amarte.

Lugares que convertían el mundo,

en algo más que pisadas ausentes por las calles


Por casualidad me atreví a buscar en tus caderas

todas las utopías que nos arrebató el inverno.

Y parece que tu buscabas otros puertos o quizá

los besos de los que siempre fuiste dueña.

Noches de revoluciones

Estallaban las revueltas

como si el mundo acabase mañana,

y el juicio final se titulase:

¡Qué clase de hombre es aquel que no mejora el mundo!


Tu llevabas ese abrigo corto y fino,

como si el frío sólo fuese

un instante entre el adiós y el beso.

El segundo más leve de tus manos.


Me decías que vivíamos,

los mejores días para amar,

para soñar utopías y vivir revoluciones,

para sentir aunque sólo fuese un instante, la Libertad.


Yo te abrazaba y brindaba tus palabras,

sintiéndome el tipo como más suerte del mundo.

Ese que, en aquellas pelis de Hollywood,

encendía un cigarro y miraba de soslayo,


y decía dos palabras ahogadas y sinceras

y miraba al suelo buscando

alguna respuesta que se hubiese perdido.

Tu callabas y mirabas el mundo.


Sonreías en silencio y dejabas la copa,

Quizá después de todo, el mundo

acabase esta noche en tu cama,


y ese largo beso fuese sólo

el preámbulo de una revolución

que comenzaba y acaba en tu cuerpo.