Después de siete años en este rincón, de haberme desangrado entre sus píxeles, sabiéndo que cada comentario era una sonrisa y que merecía seguir aquí cada día. Después de ver que las visitas se convertían en amigos virtuales, y luego éstos en reales, y yo crecía cada día con vosotros.

Después de siete años, he decidido empezar una nueva aventura. Os espero para seguir compartiendo. Os espero porque sé que seguiréis compartiendo conmigo vuestro tiempo, y yo seguiré siendo feliz a vuestro lado.







Cuidaos mucho

Descripción


Me pidieron que te describiese como si te viese por primera vez,
y traté de recordar tu treinta y siete y tus maneras.
Aquellos ojos que cambiaban de color si me mirabas,
o tus suaves reproches porque no me tomase nada en serio.

Traté de explicarles que para ti el amor y los silencios
eran sinónimos,
y nunca habías rimado más de tres veces tus labios con los de nadie.
Que tenías miedo al miedo y amor por las alturas,
sobre todo cuando éstas venían a visitarte en sueños.

Incluso les hablé de las pecas que bañaban tu espalda,
de cómo mirabas de perfil cuando te enfadabas,
o de aquel gato que tuviste de pequeña.

Sé que eran detalles tan absurdos como pedirte que te quedaras
después del sexo. Pero había que intentarlo,
porque cuando me preguntaron por tu nombre sólo pude responderles
“creo que lloró al cerrar la puerta”.

Tres versos: Declaración

#146
Mientras más conozco al hombre
más quiero a Mafalda.







#84
NO a la PANFLETO-ideología.







#82
Consejo para demagogos:
no escriban “paz” con la misma mano con la que asesinan.

 

El mes que nos salvamos



Cuando te conocí apenas era capaz de juntar dos sentimientos, 
de mirar entre los pliegues de los días inciertos.
Sin embargo aprendí tu nombre al darte el primer beso,
cuando tu risa empapó el Retiro y salvó el otoño,
y yo me refugié en tus manos sin pedir permiso.

Descubrí tu miedo a la oscuridad, al compromiso,
la necesidad de darlo todo en cada instante,
Me contaste que tu pasado acababa en otoño,
que todos se marchaban antes de un te quiero,
y que por algún motivo, odiabas octubre para enamorarte.

Conocí Madrid en los rincones de tu cama,
mientras anidabas entre mis brazos y te dolían las sonrisas.
Compartiste tu afición por los recuerdos, y me confesaste
que aun creías en finales de cuento y príncipes grises.
Traté de prometerte futuros, y ahogaste mis palabras con un beso.

Por alguna razón tú fuiste el salvavidas y el naufragio,
la esperanza y la certeza de que pronto acabaría.
Yo me limité a desearte en cada beso, a conocerte,
a aprender los recovecos de tu cuerpo al querernos.
Y la ciudad inhóspita que me acogía, se hizo nuestra.



*Poema extraído de la actuación Se llamaba Pandora, y contenido en el poemario VerS.O.S.

Presentación teatral de VerS.O.S. (14 de noviembre, La Fïdula, Madrid)



Porque es una fiesta que nadie se puede perder. No se trata de presentar un poemario, sino de contar la historia tras el poemario. Lo que motivo a sangrar al autor, las heridas que dejan los después que no cicatrizan.

No es sólo una presentación. Es una reunión de los que empezaron juntos. Subiendo a un escenario con un sueño que nunca ha dejado de sonar en su cabeza.

No es sólo una presentación, ni una fiesta. Son familiares y amigos festejando que la cultura sobrevive a pesar de todo. Porque de eso se trata, de vivir.

Espero que vengáis, y que llenéis el bar de sonrisas.

Tres versos: Confusión

#28
Estoy un poco confundido,
no sé si te he recordado demasiado pronto
o te olvidé demasiado tarde.





#41
Si quieres dejarme tendrás que hacer un gran esfuerzo,
utilizar incluso picos y palas,
para borrar tu sonrisa de mis labios.





#50
Quisiste salvar lo poco que quedaba
tras conjugar con insultos el verbo adiós.
Trataste de sonreír mientras llorabas,
llevándote en esa caja de cartón
todos los sueños que te debía.


 

Especialmente normal

Alguna vez te pediré que me cuentes por qué sonríes cuando se te cae
un vaso.
Por qué no eres capaz de sentir pena al perder oportunidades,
o de llorar cuando te dejan por otra, sin explicaciones.
Por qué caminas por el sol en verano y por la sombra en invierno,
y sólo deletreas las palabras que tienen más de siete letras.

Me gustaría conocerte,
porque pienso que guardar las piedras que se te meten en los zapatos,
es un acto tan maravilloso que sólo pueden hacerlo los locos o los
genios.
Y no sé por que pienso que tú eres un poco de ambas.

Me gustaría saberlo casi todo de ti,
aunque no descifrarte plenamente.
No quisiera romper tu enigma y tu sonrisa,
y luego llorar cuando descubra que eres igual que el resto.







Mi primer poemario: "VerS.O.S."

#183

Todo principio es necesariamente un cambio de rumbo.


Y en ello estamos, volviendo a los principios, a encontrar nuevas formas de sentir, y no perder el miedo y las dudas que siempre encontramos en el camino. Con Mar poniéndole imagen a mis letras, completándome.

Recordando a Julia, a Carla, a Dani, a Libertad. Dejando impresos los versos que se volvieron urgentes.

Lanzarlos como una señal, para que los recoja quien quiera escucharlos.

Porque “ver” es percibir algo con cualquier sentido o con la inteligencia, observar, experimentar...
Porque “S.O.S.” es la señal de socorro más utilizada internacionalmente...

Porque en definitiva, los versos evitan que nos hundamos. Y ese es el mejor principio, antes de comenzar a nadar.



 VerS.O.S.  
   Luis Cano Ruiz

 5 €




Tres versos: Entre tu y yo

#160
-¿Qué te pasa?
-Me pasas tú.
            (Mar Argüello)






#154
Daría todos mis poemas porque se callaran los versos,
y tú me besases.
Daría todas mis miradas porque se callaran los besos,
y tú me versases.






#156
Eres cómo mezcla salvación e ibuprofeno

Transformación para Dani


Podría decir que fuiste noches complicadas de sexo y ron,
de playas y aceras infinitas.
Una historia jugada a cara o cruz contra tus pecas,
si aceptaba que morir en ti era la vida.

Que fuiste la palabra exacta para romper el hielo,
la duda.
La oportunidad de detener el tiempo y prometerte,
que detrás de cada lágrima siempre vendría un beso.

O los labios a los que siempre sobraba el quédate a dormir
y las preguntas con respuesta.
El bar donde pusimos a mi cuenta tus miedos,
y Sam tocó de nuevo aquella canción que te nombraba.

También te puedo decir que hubo días en que quise quererte
y supe encontrar el camino más rápido a tu risa y a tu falda,
y otros en los que desee odiarte a toda costa, y huir,
antes de que toda esta historia se convirtiese en nada.

Poema para la Inspiración

¡¿Ahora vienes, hija de puta?!
cuando llevo ya cuatro whiskys, y voy por el quinto,
y mañana no me acordaré que te necesité,
para escribir sobre la soledad, o sobre la morena de la barra.

Es más, mañana me acordaré que ni siquiera me gustan las morenas,
y la magia se marchará como lo harás tu,
cuando rompa el alba y recuerde que seis whiskys me impidieron disfrutarte.

Te quiero y te odio a partes iguales.
Te odio porque vienes al séptimo whisky como si siempre hubieses estado ahí.
Y eso, eso es lo que me jode.
Que vienes cuando te da la gana,
y encima me enamoro de ti como si me dieses la vida,
cuando en realidad me matas lentamente cuando me niegas tus besos.

Si me preguntas porque te quiero,
te diré que porque llevo ocho whiskys soñando
con las palabras que traerá la marea en tus labios,
cuando hagamos el amor y crea que puedo ser feliz siempre que quiera.

Me miras y sonríes, y apuro el noveno,
y escribo torpemente cuatro versos que hablan de tu falda.
Te miro y sonrío, porque has conseguido herirme con un guiño,
y desnudarme por sorpresa cuando te creía lejana.

Vienes, y como llevo diez whiskys y no puedo escribir,
le atizo un puñetazo al primero que pasa a mi lado.
Y finalizo la noche con el sabor a sangre y a fracaso en la boca,
con el dolor de tu inoportuna aparición y mi estúpida ocurrencia
de ir a pelearme con el tipo más grande del bar.
¿Ves como al final eres tu, mi amor, la que inicias todas las guerras del mundo?

Gatos

Aprendí a conocerte en círculos porque todos tus rincones tenían el nombre de otro.
Siempre se me dio mejor dar rodeos,
y evitar las telarañas que adornaban tus esquinas.

Andaba de puntillas por tu vida.
Siempre había ropa y recuerdos tirados por el suelo,
y se podían contar las madrugadas de insomnio en tu piel.

Nunca me atreví a recorrer el pasillo de tus sueños,
en el que las sonrisas siempre se enganchaban en algún clavo suelto.
Ni siquiera probé los muelles del sofá que se oxidaban por noches de sexo y mañanas de lágrimas.

De haberte besado, creo que habría perdido muchas vidas.

Tres versos: Heridas

#147
Dicen que un clavo saca a otro clavo,
pero de lo que nadie habla es de las astillas que saltan cuando el martillo golpea la madera.
Esas astillas son las que nos impiden disfrutar de un amor limpio,
las que nos hacen engancharnos una y otra vez,
hasta que todas las historias acaban en rotos y remiendos.




#142
Pienso aprender tus puntos débiles para curarlos cuando llores,
y hablar de los amantes que no supieron quererte.




#139
Soy joven y ya guardo alguna cicatriz y algún recuerdo.
Como el de aquella mujer que insinuaba que el amor se apagaba lentamente.
Quizá debí amarla más deprisa.


Trincheras


A veces siento la necesidad de replegarme en mis derrotas,
dejo la maleta olvidada en portales en ruinas
y regreso a casa con cuatro letras en el bolsillo.

Sumo mis fantasmas a dudas y fracasos,
te amo y te doy todo sin aprenderte,
como si fueses un instante que se pierde cuando la noche nos asalta en una esquina.

Me limito a sobrevivir entre individuos que pretende encontrarse
como una flor en el mar de la Gran Vía.
Escribo mi epitafio en el remite de cartas no enviadas,
borro esa sonrisa de las fotos de la infancia,
y evito al cabrón que me señala al otro lado del espejo.

A veces creo imposible la utopía, recuerdo a Guevara y lo maldigo con fuerza,
tacho la palabra “quizá” del diccionario,
y me siento a esperar el fin del mundo, sin esperar nada.

Y entonces llegas tú. Sólo me abrazas en silencio, y me rescatas,
rompes mis murallas de latón, recordando,
que todas las trincheras son victoria y esperanza.

La Roja ficha al sexto, diario As

Juan Carlos ya no jugará el mundial,
dice que está lesionado.
Pero tranquilos los españoles,
que hay recambio.

Por suerte no tendremos que pagar operación alguna,
no ficha por otra selección; tampoco por el paro.
Su lesión no es de cadera por la caza de elefantes,
era una lesión que arrastraba, desde que debutó en primera.

Es cierto que a muchos no convencía su convocatoria,
el brazalete de capitán le vino dado.
Acordaos de aquel mister que conquistó el puesto,
con un ataque alemán, NAZIonalizado.

Su recambio, Felipe, no convence para llevar la roja.
A pesar de que milita en el atleti, no me jodas,
que lleva cuarenta y cinco años de suplencia.
Y de un día para otro, sin referendum alguno,
Del Bosque le convoca.

Yo no lo entiendo,
será que soy daltónico y yo a la roja,
ni cara al sol, ni a la sombra,
La veo finalista.

Si os parece, PODEMOS cambiarnos al baloncesto,
que sin pasar por el aro, y VOTANDO con cabeza,
algún día la realeza,
jugará en España, de visitante.




*Recitado en Los Diablos Azules de Madrid.

Tres versos: Instantes y Eternidades


#129
Un minuto para conocerte.
Dos para amarte.
Todos para olvidarte.



#148
Junto a ella creyó que el pasado era una pesadilla,
que sólo importaba el presente entre dos cuerpos desnudos.
Que el amor no tenía porqué definirse en largas enciclopedias,
que bastaba un segundo para que dos cuerpos fuesen eternos.


#96
Me pediste que te retratara como si nunca te hubiese querido,
con esa mirada inocente que dan tus veinti-pocos,
con el temblor de mis cuarenta y tantos preguntándome
si podría ser feliz por un instante.

Yo sí que necesitaba huir

 
Yo si que necesitaba huir para encontrarme.
Nunca pretendí alejarme de olor de casa,
de las noches con vino blanco en la cocina,
de comidas para diez cualquier domingo.
Del estar, sin estorbar, para lo que haga falta.

Pero necesitaba huir de una ciudad
que se vestía de fiesta cada día.
Donde el anonimato era un espía chivato,
donde todo se escribía sin sorpresas ni reglones torcidos,
y la salvación se escondía siempre en la orilla contraria del pisuerga.

Quizá me fui corriendo para no fracasar,
para ser otro el que llamase desde casa,
para hacer realidad el sueño de vivir las letras a mi modo,
y secuestrarte en quimeras imprecisas.

Resultó que tu huías de la misma ciudad
para evitar que se marchitaran tus sonrisas
y acabamos bebiendo utopías a los pies de un salvavidas que nos era ajeno.

Nunca consideré que nos equivocáramos,
a pesar de que no supimos rematar a los fantasmas
que atropellamos antes de salir a la autovía.

Y ahora que regreso para recordarme,
me doy cuenta de que necesitaba huir para volver,
para ser el de siempre siendo otro.
Para dejar de huir de mis manías,
abrazarte más fuerte cuando regresas a casa,
y respirar la libertad de crecer contigo.


 *Inspirado en el poema de Mª Helena del Pino “Nunca quise escapar de esta isla”

Siete años después del primer beso



El último recuerdo que tengo de ti, trata de días de domingo,
sabanas revueltas, alguna borrachera y muchas risas en el desayuno.
De ropa dos tallas más grande, de sofás con manta,
y de sueños de besar como Ingrid Bergman.

También recuerdo alguna lágrima cuando tus maletas esperaban en la puerta
el tren que no llegaba y que te llevaría al futuro, y que te alejaría del presente.
La última vez que hablamos me dijiste, que deseabas olvidarme como fuera,
por el miedo a enamorarte para siempre.

Traté de retenerte aquella noche, mientras la calle se vestía de nieve y fiesta.
Tú trazabas huidas imposibles en los posos de aquel café recalentado y acabado,
que se parecía, según dijiste, a nuestro futuro.

Siete años después del primer beso, encontré tu foto en una revista que hablaba
de famosos y escándalos. Decían que serías la nueva Audrey Hepburn,
que llorabas mejor que nadie en la pantalla, y que tus sonrisas dolían más que mil puñales.
No decían que parecías triste (pues ganabas demasiado), y nadie preguntó porqué.

Te fui a ver a aquella alfombra roja, que tapa adoquines sucios vistiéndolos de gala.
Sé que me reconociste entre los miles de hombres que deseaban tus labios y tu sexo,
no me dijiste nada, y entraste algo más triste por la puerta grande. 
Aquella noche ganaste tu primer goya, sonreíste como nunca, pero yo sé que llorabas.

Foto de Mar Argüello Arbe


De cicatrices y finales



No debí preguntarte por aquellas fotos de familia
que nunca colgaron de tus paredes.
Ni por los peluches que recuerdan una infancia
que nunca tuviste.

No debí hablarte en aquel bar, pensando
que serías una chica cualquiera.
Ni invitarte a la última copa en mi casa,
mientras el alba bañaba las aceras.

No debí hacer nada de eso, para no ver más allá
de los miles de piercing que adornaban tu cuerpo,
Para no oírte llorar a escondidas lamentando
que el sexo sea sólo la forma de salir huyendo.

Y no debí hacer nada de eso porque ayer me enteré
que tu pasado eran cicatrices y heridas.
Que yo fui el único que te quiso, aunque fuese una noche,
antes de que saltases desde aquella azotea.

Buenos Aires, a 15 de febrero de 2014

Querido Guille,

Ya me encuentro en Buenos Aires. El viaje fue indescriptible, quizá porque descubrí que me encuentro tan lejos de todo el mundo que me asusta no encontrar el camino de vuelta. Y al mismo tiempo, no puedo regresar porque no me siento completa. A veces pienso que nunca lo estaré.

Hay una cosa que nunca le he contado a nadie, y si te lo cuento ahora es porque empiezo a entender que puedes soportar todas mis mentiras sin derrumbarte. He tenido en mis manos muchos billetes para volver a casa. Cuando me dijiste que te marchabas de Madrid, compré un billete directo a tus brazos. Sin embargo, no pude dar ese paso, porque de haberlo hecho, creo que al final me hubiese arrepentido.

No puedo explicarte lo importante que eres, pero a la vez necesito tenerte cerca y lejos, y creo que no es justo lo que te pido, pero a menudo no puedo evitar pensar en que siempre estarás en todos los aeropuertos para recogerme con flores.

Sonríe,

Libertad.

París, a 4 de Febrero de 2014

Pequeña Libertad,


¿Has pensado que todos tenemos una ciudad que nos recuerda a alguien? París es una ciudad que se parece demasiado a ti. Todo el mundo cree que lo más característico de la ciudad es la torre Eiffel o cualquiera de sus maravillas. Pero no, me he perdido por los rincones más oscuros y olvidados, y entonces he comprobado que París son callejones olvidados y echarte de menos a muerte. Aquí la luces se apagan tan pronto, que no me da tiempo a buscarte en las librerías como la maga.


Maggie, una amiga de Mafalda, me ha encontrado un pequeño trabajo en un periódico. Al final vas a tener razón que conseguiré el sueño de ser escritor de utopías mientras todo se desmorona. Prometo intentarlo, aunque sólo sea para convencerme de que allí tampoco se encuentra mi futuro.


Supongo que en Palestina habrás encontrado más dolor del que esperabas. Alguna vez me contarás todos tus viajes, y espero que para entonces sólo nos separen las sábanas. Y si, esperaré porque sin ti sólo soy un barco amarrado a la orilla.




Cuídate mucho,


Guille.

Tres versos: Entendimiento

#87
Me costó años entender que mi casa se encontraba a tu lado,
y lo demás era desierto.



#141
Éramos nosotros, 
y eso bastaba para que el reloj marcara una hora menos.
Para que la Tierra girara más despacio, y el mundo,
siempre terminase entre tus piernas. 



#137
Ayer volví a mirar aquella foto que te hice mientras contaba tus pecas,
y me jodió que no estuvieses.
 

Poema para cualquiera de tus cumpleaños



La vida nos ha ido dejando algunas arrugas escondidas
en los marcos de fotos que pueblan el salón y los recuerdos.
Unos ojos cansados que miran con ternura infinita,
y nunca dicen no, y siempre dicen ven cuando lo necesites.

El cariño como patria y bandera, y como principio
de todos los abrazos que arreglan los fracasos.
El cariño como modus operandi para enfrentarnos a la vida,
para salvar todos los obstáculos en el calor de casa.

Tus manos son remiendos para los golpes que nos dejan los años en el cuerpo,
la mejor manera de romper los miedos que al crecer se hacen más patentes.
cuando tu voz suene a beso, y cure las cicatrices que algún día tendremos.
Porque a tu lado somos tan fuertes que no podemos rompernos nunca del todo,
con esa paciencia inagotable de saldo ilimitado, y tu sonrisa eterna sin facturas ni cobros,

Porque cumplimos años contigo cuando tu los cumples,
con esa extraña sensación de nacer cada año a tu lado.
Aunque algunas veces no sepamos entender las deudas que tenemos contigo,
y creamos que podemos alejarnos sin regresar a ti para refugiarnos de las tormentas y derrotas.

Supongo que este poema vale para cualquiera de tus cumpleaños,
porque cada ocho de enero vuelve a ser reyes para todos.
Porque tienes tantos hijos que tu corazón tiene sucursales en nuestros pulmones,
y todos sabemos que nuestra casa está a tu lado.