23 de Abril: Día de los Comuneros de Castilla

1520, En España. Por aquel entonces estaba dividida en dos grandes reinos, Castilla y Aragón. La hija de ambos reyes, Juana I de Castilla, había sido declarada loca, a pesar de que fue una gobernante leal al pueblo. La historia dice que fue el amor por su marido lo que la llevó a la locura. Sin duda una mujer adelantada a su tiempo.

En 1520 comenzó a gobernar su hijo criado fuera de nuestra tierra y desconocedor absoluto de nuestras costumbres. Nunca llegó a ser rey de Castilla, si bien fue proclamado emperador bajo el nombre de Carlos V de Alemania.

Fue en este año cuando, los caballeros más nobles de Castilla, ciudades como Toledo, Segovia, Salamanca, Madrid, Burgos, Zamora, Valladolid, y otras tantas, se levantaron contra el poder del indigno Rey, quien quería esquimar a Castilla para poder ser nombrado emperador.

Comenzó la mayor revuelta de la península ibérica. El pueblo contra la nobleza y la monarquía, el primer germén de un estado democrático y republicano, con los valores "de lo que es del pueblo, es para el pueblo".

Un año después, fuimos vencidos y ajusticiado en Villalar, capital del día de la comunidad, y con ello se borró durante mucho tiempo el rastro de la hazaña de hombres como Juan Bravo, Juan de Padilla y su mujer María Pacheco, Antoni Maldonado, El Obispo Antonio de Acuña... Tristemente las crónicas han condenado al olvido durante muchos años esta hazaña, incluso hoy en día ni siquiera sale en los periódicos nacionales, siendo más importante el día de un "Santo" en un país aconfesional...

En fin, si cuando digo que sólo en la república (el tercer color republicano fue cogido de nuestra bandera) los españoles fuimos por un instante cuerdos...


TU, TIERRA DE CASTILLA,
MUY DESGRACIADA Y MALADITA ERES,
AL SUFRIR, QUE UN TAN NOBLE PUEBLO COMO ERES
SEA GOBERNADO POR QUIENES NO TE TIENEN AMOR.
(texto de un pliego de cordel anónimo de pincipios del siglo XIX)

Dedicada a la Señora Justicia en honor a las vacaciones que parece se está tomando y en reconocimiento a la impostora que ha ocupado su lugar


Es indignante que un país sea capaz de mirar hacia otro lado mientras manos manchadas de sangre mueven los hilos de la política y condenan lo justo.

Triste que herederos del fascismo campen a sus anchas por un país que fue víctima de mentes perturbadas.

Asqueroso que una ley del silencio impuesta por el miedo, se convierta en leimotiv de nuestro pasado. Un pasado cerrado al conocimiento, al debate, al juicio crítico.

Desolador que se excusen las mayores barbaridades entre hermanos apelando al momento. Si fue así, si ocurrió y nada se puede hacer, remendémoslo sin repetir los errores del pasado.


Aberrante que en un país supuestamente aconfesional, una secta ancestral tenga poder para salir en la portada y no salga en la sección de chistes.La misma secta cuyo jefe ocultó asuntos tan escabrosos como los abusos de menores. Robando la infancia y llamando pecadoras a madres desesperadas, a leyes progresistas.

Por último, imperdonable cerrar las puertas de la justicia universal, ahora que este derecho empieza a molestar. Ahora que no son pequeños dictadores los juzgados, sino asesinos confesos a manos de un país tan peligroso como necio.

Hoy, me siento astiado de pertenecer a un país paupérrimo, inculto, dividido, radicalizado. Un país que hace 74 años que perdió el norte.

14 de Abril

Hoy abrió el periódico con un clavel rojo en la portada.
Dices que han cumplido un año más tus ideales.
Que hoy sonríes y sueñas.
Siempre un paso más cerca, aunque nunca llega.

Parece que no son tus ideales mayores de edad.
Que todavía no pueden votar en elecciones,
aunque el voto sea un derecho que se ganó
con su sangre derramada.

Será, amor mío, que la monarquía ancestral
cohíbe las voluntades,
dejando todo atado y bien atado,
y en silencio la memoria.

Que los cimientos de lo construido,
aun tiemblan con los ecos de lo vivido,
y siempre hay un bando vencido.

Pero hoy cuenta la radio que tienes motivos para sonreír.
Que a pesar de todo un clavel llamó a tu puerta,
y nos vestimos de morado, vistiendo la bandera de quienes perecieron,
y a pesar de todo, siguen viviendo.


A Mar, por no perder el sueño de encontrar el norte.

Carta a una Vieja Amiga

Hace tiempo que no te escribía.
Puede que sea esta epidemia de prisa
que nos deja sin tiempo ni aliento.
El estrés, ya sabes, me obligó a escribir menos
y dejar de lado el sueño hipotecado.

Sigo intentando enamorarla igual,
aunque el cansancio de los días pesa,
y el ruido que a menudo ensordece los latidos
hace más difícil besar cada día
como si fuese el primero.

Espero que sigas igual, que sigas riendo por todo
y llorando de felicidad cuando te mira y te susurra
alguna frase sacada de aquellas viejas películas.
Que cuentes primaveras en lugar de años,
trayendo cada una consigo más flores y más amigo a tu mesa.

Las despedidas, lo sé, no duelen tanto.
Años que adormilan la memoria que encierran
los besos que callamos.

Pero yo sigo con mis días en que, entre vino y melancolía,
escribo cuatro versos que recuerden,
tal vez porque a pesar de todo aquellos años fueron felices
lo que tuvimos y perdimos.


Valladolid, a 7 de abril de 2010

Pequeña Libertad,

Hoy no he podido evitar escribirte. Sé que mis cartas siempre te llegan a medias, y que probablemente no leas ninguna, pero tus padres nunca pierden la esperanza de que vuelvas de cada uno de tus viajes y te quedes al menos unos meses con nosotros.

Hoy he recordado aquella conversación que tuvimos en el “ningún-a-parte” sobre la libertad. Tu citabas a aquel escritor que tanto traducía tu madre y que tantos “pollos” trajo a tu mesa, diciendo que el hombre nace libre, responsable y sin excusas. Yo te replicaba con aquella frase sacada de aquella peli que vimos un día lluvioso, ¿te acuerdas?
Justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras, son metas.”

Me acuerdo como defendías convencida que la libertad está, a menudo, poco entendida y despreciada. Citabas a Salustiano Olózaga con aquello de que sólo unos pocos prefieren la libertad, mientras que la mayoría no busca más que buenos amos. Sé que te acordarás de como terminó aquella charla. Te levantaste despacio, me besaste en los labios y me dijiste: “-Eres libre de subir a mi cuarto”. Supongo que necesitaba recordar nuestros días de alguna manera.

Cuídate mucho,

Guille.