Ya no queda rastro de la ciudad vieja,
de los viejos maestros, de los nuevos poetas.
Del vino viejo y las sonrisas nuevas.
La vieja sangre que recorre mis venas,
con los viejos besos y las miradas nuevas
De viejas lágrimas de heridas nuevas.
De viejas amistades y nuevas promesas
viejos recuerdos y experiencias nuevas.
De viejos hombros para nuevas penas.
Las viejas condenas parecen pesadas,
con sus viejas culpas, y nuevos fantasmas
y viejas redenciones para nuevas esperanzas.
Cuando emprendas viejas huídas acuérdate,
de los viejos fracasos y nuevas estaciones.
Que los sueños sean viejos, pero no las ilusiones.