Dos frases de tu boca

No es sencillo ni fácil.
Nadie dijo que lo fuera.
Pero ahora que hemos cenado juntos
y el vino era del bueno.
Ahora que suena Marwan en la mini-cadena
Necesito oír de tu boca dos frases:
Me quedaré esta noche.
Espero que no tengas sueño.

La noche es el espacio entre tus miradas y el alba

Hoy nos envuelve el calor como una espiral
de sonrisas y tardes a la sombra
de terrazas sin nombre.

Hoy nos embarga la pereza
de rayos de soles viejos sobre esta tierra
en la que tu y yo nos amamos en silencio.

Hoy es una de esas noches de balcones abiertos
y copas de vino.
De disfrazarnos de nosotros mismos.

Hoy se encuentran nuestros labios.
Son días infinitos y noches
que entre suspiros llegan al alba.

Hoy los versos se derriten y la prisa es más lenta.
Pesan los segundos y la distancia
entre nuestros cuerpos se convierte en una anécdota.

Hoy no hay dioses ni guerras preventivas;
ni pasado ni futuro; ni canciones melancólicas.
Sólo dos sueños que se besan a escondidas.

Crisis, elecciones y ultraderecha

Es significativo a la par que escalofriantes como convergen estos tres conceptos. Las crisis sociales siempre son vistas negativamente, como si los excesos del progreso nos llevaran a una situación de libertinaje que debe ser atajada con la mano dura de la ultraderecha. No deja de preocupar este hecho, puesto que, salvando las distancias, la victoria de Hitler, o el alzamiento del ejército español contra la legalidad vigente, fueron hechos propinados por una crisis económica, que derivó en una necesidad de cambio social.

Nos presentamos en el día postelectoral con la victoria de aplastante del retroceso. Europa dice no al progreso, a los inmigrantes, al avance de los derechos sociales. Con todo ello se dice que sólo importa el dinero, dando igual que Berlusconi roce la ilegalidad con su dictadura encubierta o que el PP español tenga, como en Inglaterra, la corrupción bajo la alfombra. Entre los recortes a los que nos veremos expuestos, yo empezaría a pensar en una Europa represora y con menos libertades.
A fin de cuentas, Jean-M. Le Pen no se aleja tanto de Musolini, Hitler o Franco.

Las batallas de Cupido

Todo me parece ridículo entre tu café y el mío.
Yo te cuento como fue el día,
mientras tu me desvistes con los ojos.

Te pregunto que tal el trabajo,
cuando quiero verte entre mis brazos y mis labios

Creo que empieza a ser ridícula la ropa
en esta playa nudista particular.
Los protocolos y los anclajes son como el viento,
y pienso en tenerte silenciando el mundo.

Apagando las luces del salón,
y en equilibrio entre comerte a besos
y acariciar tu cuerpo,
nos encontramos en esta encrucijada.

¿Cómo resolveremos,
si rechazamos las armas de cupido,
esta batalla?