Buenos Aires, a 27 de Septiembre de 2013

Querido Guille,

Gracias. Sé que esta carta llegará antes de que aterrices en Madrid. Y probablemente no te atrevas a leerla en mucho tiempo. Pero me da igual. Tenía que decírtelo por carta, porque es el único lugar entre tu y yo que no entiende de distancias. Gracias por Nueva York (a pesar de lo mucho que odias las aglomeraciones), por llenarla de tus chistes y tu risa. De ese humor que tanto echaba de menos.

Gracias por acompañarme a Buenos Aires y sentirte por primera vez como siempre, aquel niño pesado que soñada con romper reglas y construir muros de sueños. Te diría alguna frase graciosa, pero lo único que necesité esos días eran tus brazos rodeándome y alejando el frío. Soledad me ha dicho que eres el pibe que peor ceba el mate en Argentina, pero te perdona sólo por la cara que pusiste al probarlo.

Sé que te dije que las distancia acabaría mantándonos. Pero sin ti a mi lado, nunca me atrevería a ser quién soy en realidad.

Sonríe,

Libertad.

Necesitaba recordar aquella entrada...

Necesitaba hablarte y que no me escucharas. Que sólo leyeses en voz baja, como si fuese un secreto que te cuento bajo la almohada. Mirarte a la cara, o rodearte tan fuerte que nos volvamos invencibles, y asegurarte que todo va a ir bien, que lo sé porque estás a mi lado, porque eres mi mejor amiga, mi compañera de piso, mi equilibrio.

Nunca está de más recordar aquellos versos, por si alguna vez te falta el aire...





#15
Sólo tendré dos brazos para poder abrazarte,
algunas veces no tendré camisa para que seques tus lágrimas.
Habrá días de tormenta sin paraguas y paraguas sin tormenta.
Pero siempre acudiré puntualmente a tus labios cuando te haga falta.