Madrid, a 27 de diciembre de 2011

Pequeña Libertad,

Ahora que otro año acaba, y que tus padre me cuentan que quizá regreses por navidad a casa, te escribo como hacía siempre. Esta vez no dejaré mis deseos en un estúpido árbol de luces superficiales y consumo al por mayor. Ya he prescindido de cartas a Papa Nöel e ilusiones de que regreses algún día y me cuentes que me amas, y que esta vez es para siempre.

Supongo que necesito hacer mi pequeño balance anual de motivos y contramotivos por lo que, a pesar de todo, sigo escribiendo y sonriendo a medias, a pesar de que mi cuenta corriente empiece a restar, de que el telediario sólo hable de caos en que se convierten los días; de miradas que se apagan y de guerras, muertos de hambre y miseria.

A pesar de que ningún político admita de quien es la culpa de la crisis y dimitan, diciendo que no saben las respuestas ni los caminos. A pesar de todo esto, de que los banqueros sigan sin ser juzgados y unos tipos que nadie conoce manejen un mercado imaginario que a nadie importa, y que sin embargo nos está robando la vida, o lo poco que a fin de mes queda de ella.

Parece que ya no quedan sueños que endeudar y sin embargo, a pesar de todo, de saber que dentro de poco seremos un poco menos felices y mucho más cansados, siempre acabo sonriendo al verte aparecer, con esos pasos ligeros, por las escaleras de casa. Recuerdo cuando vivíamos juntos y te metías en la cama, para que el frío no se lleve el último de los abrazos sin darnos una pequeña tregua.

Porque cuando todo acabe, y los reyes magos pidan limosna en vez de traer regalos, yo seguiré esperando tu vuelta, y lo único que no podrán quitarme, tus manos al final del día, y las caricias furtivas bajo las sábanas.

Cuídate mucho,

Guille.

Balance anual de motivos y contramotivos


A pesar de que mi cuenta corriente empiece a restar, de que el telediario sólo hable de caos en que se convierten los días, de miradas que se apagan y de guerras, muertos de hambre y miseria. A pesar de que ningún político admita de quien es la culpa de la crisis y dimitan, diciendo que no saben las respuestas ni los caminos. A pesar de todo esto, de que los banqueros sigan sin ser juzgados y unos tipos que nadie conoce manejen un mercado imaginario que a nadie importa, y que sin embargo nos está robando la vida, o lo poco que a fin de mes queda de ella.

Parece que ya no quedan sueños que endeudar y sin embargo, a pesar de todo, de saber que dentro de poco seremos un poco menos felices y mucho más cansados, siempre acabo sonriendo al verte aparecer, con esos pasos ligeros, por las escaleras de casa. O volver a la cama para que el frío no se lleve el último de los abrazos sin darnos una pequeña tregua.

Porque cuando todo acabe, y los reyes magos pidan limosna en vez de traer regalos, yo seguiré esperando lo único que no podrán quitarme, tus manos al final del día, y las caricias furtivas bajo las sábanas.

Cuando regreso al alba

Cuando regreso al alba


El amanecer baña los tejados de Madrid,
y la ciudad, silenciosa, emite sus primeros
bostezos.

Los pasos lentos por aceras dormidas,
camino de mil lugares pensando quizá
en las pequeñas huídas.

Llego a casa y se apaga,
ese lejano sonido de metros ancianos,
ese cansancio crónico de los días.

Y en casa respiro mientras fuera amanece,
Me acerco en silencio a la cama y compruebo
tus sueños; y te tapo, pues siempre se resbala
la manta por las noches.

Abrigo ingenuo la esperanza de que sigas dormida
y no te levantes.
Ajena a las noches que habitan este tiempo extraño
y dejan olvidado el recuerdo en la barra de un bar.

Derrotado como cuando te echo de menos,
en los días en los que no estás.
Desorientado me tumbo a tu lado y descubro
aquella mano que me devuelve la paz.

Unos ojos me miran sonriendo,
y sé que el sol se eleva sobre los tejados,
y que todo parece ir mejor
cuando vuelvo a tu lado.

Sobre hipótesis y realidades




- ¿De verdad crees que se puede llegar a amar con la cabeza?

- Creo que a menudo la cabeza engaña al corazón, y de todas las cosas de las que nos arrepentimos, el corazón es el primero en olvidar, pero siempre está la puta cabeza.

-No creo que eso sea cierto…

-En cualquier caso. ¿Qué más da que lo sea? ¿Cambiaría algo? Cualquier ecuación, y el amor por definición lo es, tiene dos posibles soluciones, La hipotética y la real. Supongamos que hipotéticamente amamos a una persona. Es decir, tiene todo lo que necesitamos de ella, nos complementamos como nunca antes lo habíamos hecho. Pero ahora busquemos la solución real. Siempre será menos bonita de lo que soñábamos. O de lo que buscábamos. Aún así, si seguimos ahí es por algo más fuerte que el corazón. O más inseguro.

-Según tu teoría el amor verdadero no existiría…

-Al revés. El amor verdadero es ese. Aquel que a pesar de los peros y la cabeza sigue ahí. Pero no puede haber una explicación para él. Si puedes explicar el amor, es que puedes cuantificarlo, y los sentimientos no se cuantifican. Es como intentar explicar la idea de libertad. Si la podemos explicar, si la podemos delimitar, la perdemos como idea y la encerramos en una máscara. Pero ya no es ella, y en su lugar habrá algo tan lógico como la seguridad, pero no será libertad, y desde luego no será desde lo más profundo de nuestro ser. En todo caso, sera algo racional salido de la necesidad de sentir lo que no podemos alcanzar.

-Sin embargo, la libertad es algo, al igual que el amor, que anhelamos y buscamos de corazón.

-Exacto, pero acabamos limitandolo no a un ideal alcanzable, sino a una meta tangible. Algo a lo que agarrarse para no desfallecer en la búsqueda.

-Entonces insinúas que la gente es vaga, y por eso no busca el amor ideal.

-El amor ideal, por definición, no puede existir. Sin embargo es lo más real que existe. Y con esto quiero decir que el amor nunca deja de ser real, ni nunca abandona la acera de la hipótesis.

Poema sin título



Ya no queda rastro de la ciudad vieja,
de los viejos maestros, de los nuevos poetas.
Del vino viejo y las sonrisas nuevas.

La vieja sangre que recorre mis venas,
con los viejos besos y las miradas nuevas
De viejas lágrimas de heridas nuevas.

De viejas amistades y nuevas promesas
viejos recuerdos y experiencias nuevas.
De viejos hombros para nuevas penas.

Las viejas condenas parecen pesadas,
con sus viejas culpas, y nuevos fantasmas
y viejas redenciones para nuevas esperanzas.

Cuando emprendas viejas huídas acuérdate,
de los viejos fracasos y nuevas estaciones.
Que los sueños sean viejos, pero no las ilusiones.

Dos relatos cortos: In-diferencias + El votante indeciso


In-diferencias

Nos miramos en silencio, serenos. Las pistolas relucían a nuestros ojos. La mía, agarrada con dos manos como me habían enseñado en la academia de la policía. La suya, cogida solo con la mano izquierda y su perfil tenso ofreciéndome el costado. No era mayor que yo, quizá la vida le había deparado algo menos de suerte y una infancia con más palos. Y otro código. Porque al final se resumía en eso. Dos códigos defendidos hasta el punto de qué sólo uno de los dos, en el mejor de los casos, regresaría a su casa para la cena.








El votante indeciso

    - Perdone, por que lado se llega antes a ninguna parte



Tiempos de soles fríos (Poesía)

Hace tiempo (un año hará mañana) hice esta misma entrada en prosa, y ahora me gustaría compartirla en forma de poesía. La explicación es sencilla. En las palabras importa no sólo el significado de estas, sino como se digan las cosas. Para gustos:


Atravesamos tiempos duros,
en los que escribir resulta doloroso
y nuestras almas -si alguna vez existió tal cosa-
duelen como puñales.

Lágrimas que alguna vez derramaron
quien aprendió a no llorar.

Atravesamos tiempos en los que pedir perdón,
decir te quiero, o sonreir son artículos de lujo
y no necesidades básicas.

Hace tiempo que desde el mar no se ven las estrellas,
y ningún camino lleva a Roma,
si es que alguna vez decidimos
ir allí por algún motivo.

Perdemos. Siempre lo hacemos,
y la mayoría de las veces de forma estrepitosa,
como si quisiéramos demostrarnos
que el mundo se desmorona.

Asistimos impasible a cada entierro
de los días que nunca fueron nuestros.
De las noches que vivimos eternas,
como si el amanecer nos alejase de los sueños.

Sin embargo, a pesar de las derrotas cercana,
las lejanas, y las que vendrán,
seguimos en pie, brindando con vino
al amor y a la locura de camas tan revueltas como vividas.
Tantas sonrisas entre las sábanas.

Por suerte o por desgracia,
los que escribimos llevamos impresa
la derrota en nuestras letras,
y un punto de amargura a cada paso.

Pero siempre, de un modo incompresible
que roza la magia, nos levantamos,
escribimos de nuevo, sonreimos,

tomamos ese café que levanta el ánimo perezoso
de luchar de nuevo por un futuro incierto
-todos los futuros lo son-
que se nos presenta en los charcos más sucios.

Pero incluso el agua de estos charcos,
alguna vez,
formó parte de un océano.

Escapada

"El Camino Indicado" Mar Argüello Arbe
Escapada


Me escapo de días tristes y cansados
de aquellos rincones en los que mora
tu ausencia.

De las brújulas que llevaban siempre
a tus piernas.
Aquel camino que ya no recuerdas.

Me escapo de las despedidas
de sonrisas vacías que visto en las fiestas,
en los lugares donde quedará tu cicatriz.

De los amigos que me preguntan por tí,
de tus canciones preferidas,
esas que al mirarte siempre hice mías.

Me escapo del latido de mis pasos,
de la vena de tus abrazos,
del pulmón que se ahoga sin nosotros.

De las protagonistas de todos los libros,
de sus mil manías y miedos.
De su forma de amar en silencio.

Y aun así tu fantasma viene a encontrarme.

Y aun así duele tu ausencia como mil puñales.

Y aun así, cada día sonrío al despertar,
buscando tu olor en mi cama,
tu espalda en mi espalda.

Sonrío a pesar de morirme por dentro,
de estos días cansados y tristes,
en los que sé que estás lejos.

De las pequeñas piezas de tu vida,
que dejaste en la cárcel del recuerdo
donde escribo estos versos

Me Escapo, y no puedo.

La Escena


"La Escena" de Mar Argüello Arbe


No la conocía antes de verla descender de aquel coche, pequeño como ella, y a la vez con un carácter que ese día me pareció eterno. Decidida con su libro bajo el brazo y aquel bolso de cuero negro, resultaba perfecta en aquella mañana ligeramente gris que sólo un otoño tardío podría haber dejado en aquel primero de octubre.

Calculé los pasos que nos separaban cuando la vi sentarse ante la ventana y abrir aquel libro. Cincuenta hasta la barra del bar, y otros diez casuales para encontrarme, sin querer, frente a esa chica que leía distraída. Desee tener un libro en ese mismo momento, llevar camisa, o tener algo que ofrecer para poder presentarme, en lugar de mis vaqueros rotos y la mochila colgada al hombro.

También desee que ella fuese real y no un bonito reflejo en un escaparate.


Otro Martes durante muchos años

Otro Martes durante muchos años

Te conocí cuando el amor aún era,
sólo un aleteo lejano que provocaba risa.
Tapar unos ojos y mirar de soslayo,
y siempre esa sonrisa tímida en los labios.

Te descubrí cuando jugaba
a complicar el amor quinceañero,
y tu buscabas en otros ojos,
y era yo quien miraba de soslayo.

Nos encontramos una noche,
un paseo lento una tarde oscurecida.
Yo te dije que te perseguiría,
y que cada martes te diría te quiero.

Al fin te bese una noche furtiva
cuando tus defensas miraban a otro lado,
en esas horas en las que el corazón
se encuentra desarmado.

Aún te aprendo año a año, y conozco a otra tú,
y vuelvo a enamorarme como un adolescente,
y juego tapar tus ojos y esperar
a que otra sonrisa tímida bese tus labios.

Y descubro cada peca de tu cuerpo
encontrándote cada noche entre las sábanas.
Y esta vez soy yo el desarmado
todas las horas que paso a tu lado.

Y te beso y te aprendo.
Me besas y me aprendes.
y vuelvo a enamorarme como un adolescente,
brindando otro martes por seguir tantos años
a tu lado.

Balance del (Des) amor



Sólo quedaba entre tú y yo,
ese adiós impronunciable, las mentiras
y todas aquellas verdades que nunca nos dijimos.

Era suficiente para prometerte,
ir hasta la vuelta de la esquina, o esperarte
despierta a que volvieses del trabajo.

O enredarme en otros cuerpos y olvidar
aquellos días en que fuimos la última
llamada antes de dormirnos.

La canción que dedica cada estrofa a un cuerpo,
la palabra tímida pronunciada en el beso.
O sólo la ingenuidad con una venda en los ojos.

Pero a mi eso me bastaba para llegar hasta mañana,
y llevarte el desayuno y las caricias a la cama,
Y volver a enamorarnos cada día mil veces.

Pero parece, que ya no somos esos niños
que ayer se prometían amor eternamente.

Para comenzar

Existen muchas formas de coger un camino, y miles de andar sobre él. No debemos obsesionarnos con la idea de que perdemos el norte, o de que tardamos más de lo debido en llegar, como decía el Libro de los itinerarios: Siempre acabamos llegando a donde nos esperan. La meta, es sólo un objetivo, una consecuencia de nuestros pasos. Nada más. Y sin embargo, ¿Cuál es mi meta?


Durante este verano he visto como se deconstruye la razón, como las ideas radicales y el despotismo van colonizando todos los sectores de la sociedad. Quizá este año haya sido especialmente revelador en ese sentido para mi. Y no es que no haya descansado, desconectándome de una sociedad casa vez más impotente ante los atracos a mano armada a los que un gobierno desacreditado nos somete. He seguido con atención los acontecimientos, y he protestado ante los abusos, la ignominia, el desprecio al que a menudo somos sometidos los que creemos que honor, razón y verdad deben ser las patas del código humano.

Sin embargo, también he comprendido que en España, cualquier acción política puede ser enmascarada con una dosis de religión y fútbol. Cualquier acción, incluida aquella que pueda llevarnos a la pérdida total de todo derecho social.

En España, la política, el fútbol y la religión son drogas de doble filo, las dos últimas son utilizadas para dividirnos y para evitar que hablemos de la primera. No es de extrañar, por tanto, que hasta un PSOE desnortado y pusilánime sonría ante la visita del líder de la religión católica, o la perspectiva de 11 encuentros entre el Barça y el Madrid en poco más de un año.

Así, los pocos inconformístas, podrán ser tachados de "perroflautas", violentos, parásitos sociales u otros motes con los que tratar de minimizar al pueblo que, herido pero no muerto, aún sigue reclamando su derecho a opinar.

En definitiva, estoy harto de la palabra recorte (que va en contra de los mismos), de ajustes para ahogar más a aquel que ya no puede respirar, de decretazos que nos cohartan nuestra libertad, de golpes y porrazos a la democracia, de privilegios primitivos y un largo etcétera.

Pero a la vez sonrío porque cada vez que leo algo en internet, descubro que nadie se rinde, que aumenta el número de los que luchamos, que no cedemos sino que avanzamos.

Y con eso -aunque ni el capitalísmo ni dios estén de nuestra parte- llegaremos algún día a la meta, y ganaremos.

Reinventarse

Que me recuerden los sueños ingenuos,
las mañanas lejanas, los encuentros.
Las lágrimas saladas, las sonrisas
los deslices, los errores cometidos.

Que se olviden los besos no merecidos,
y los días tristes.
Las caricias sin nombre, los proyectos,
las luchas ganadas, las batallas perdidas.

Que se recuerden los abrazos sinceros,
las noches contigo, mis labios en tu cuerpo.
Las manos tendidas, el silencio y las prisas
para desnudarte y salvar el alma.

Que se olvide el olvido,
y mis noches sin ti.
Y los cristales rotos, las decepciones,
los fracasos, y los marcos vacíos de fotos

Que se recuerden los hombros amigos,
y los días felices, las risas.
Las canciones, los poemas
los secretos, las palabras

Que se olviden las heridas no cerradas,
y las cicatrices de amor.
Las cartas cargadas de odio, las flores marchitas
todas las veces que dijimos adiós.

Que recuerdes que te amaba, y cada mañana.
Tu olor en mi almohada, el sabor de tu piel, de mi piel.
Que no se olvide el calor que se heló,
justo cuando te marchabas.

Escrito en el margen de un libro

Me despierto y te miro,
mientras la ciudad amanece con pereza
y el tráfico ahoga los sueños.

Las calles languidecen,
los días e agolpan y aglutinan,
tardes demasiado pesadas

Te necesito,
pues creo que sin ti,
esta vez naufragaré sin remedio.

Reflexiones de un librepensador

Librepensamiento:
Doctrina que reclama
para la razón individual
independencia absoluta
de todo criterio sobrenatural”

Los diez mandamientos del Librepensador

No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.

Esfuérzate siempre al máximo.

Trata a los seres humanos, a los seres vivos, y al mundo en general con amor, honestidad, lealtad y respeto.

No pases por alto la maldad ni te acobardes al administrar justicia, pero disponte siempre a perdonar el mal hecho libremente admitido y honestamente arrepentido.

Vive con un sentido de alegría y admiración. Disfruta de tu vida, respetando lo que otros hagan en su disfrute.

Busca siempre aprender algo nuevo.

Prueba todas las cosas; revisa siempre tus ideas frente a los hechos. Duda

Respeta siempre el derecho de los demás a estar en desacuerdo contigo.

Fórmate opiniones independientes en la base de tu propia razón y experiencia; no te permitas ser manejado a ciegas por otros. Concibe siempre tus reglas.

Cuestiónalo todo.

Madrid, a 6 de junio de 2011

Pequeña Libertad,

Me levanto perezoso y salgo a la calle. Mecánico, como los ejes de esta ciudad que nos acoge tímidamente. A penas he aterrizado y te confieso que tengo miedo de sentirme perdido. De que tu sonrisa, estés donde estés, quede eclipsada por las prisas y el ruido de vehículos. Me levanto a esas horas en las que los autos se desperezan abriendo tímidamente sus ojos a la carretera. Y tu duermes, seguro; y temo que al dejar tu recuerdo en casa, queden sin sentido mis pasos. Y se alejen todos los sueños trazados mientras nos amábamos en silencio.

Temo que se te quede pequeño el mundo, que añores y eches de menos otros lugares, otras compañías. Y que nos olvidemos de cómo querernos y de como hacernos sonreír. De las caricias y los besos furtivos, de la vida en común que intentábamos construir. Puede que esté cansado, o sea el calor de la ciudad subterránea de dragones y prisas que me altera los nervios y el corazón. Puede que aún no hayamos tenido un minuto para el café, el mate, el té, o el ron entre los recuerdo o las vigas de casas derruidas.

Sólo quería decirte que a pesar de los días cortos y el cansancio, de los madrugones y los paseos estresantes, a pesar de los miles de detalles que se nos hacen montañas de problemas, trataré de ser feliz como siempre quisiste, quizá demasiado feliz para los tiempos que nos ha tocado vivir.

Cuídate mucho,

Guille.

La única noche que nos amamos


-Baila conmigo -me dijo mientras dejaba suavemente la copa de vino tinto sobre la mesita cercana al balcón- Esta noche lo merece, puede que sea la única que lo merezca.

Adivinaba en sus ojos aquella mirada triste. Aquellos ojos cansados que nunca decían nada, y lo decían todo. En aquella época no era el tipo más observador, y todavía creía que las heridas se podían curar, y las cicatrices sólo eran una poética manera de decir que alguna vez amamos. Sus pupilas eran un torrente de sensaciones, y yo aparte la vista hacia el cielo negro que amenazaba tormenta. Las calles cobraban un cariz diferente, entre luminoso y gris, entre cansado y espectante, y la ciudad poco a poco se teñía de otros tiempos.

-Sabes que no sé bailar, y odio hacerlo. Además, no encuentro motivos para hacerlo.

-Hazlo porque yo te lo pido. Por que el tiempo está cambiando y el norte no se encuentra en el mismo lugar.

Yo deseaba beber de su cuerpo, de sus labios. Decirle que el mundo se hundía y que poco a poco se agotaban todos los minutos que alguna vez nos dieron tregua. Ella miraba el mundo con los ojos apagados, como si allí no quedase nada que salvarse, y esa noche fuese la única diferencia entre estar muertos o vivos.

-Además, ¿Qué sería de una revolución sin un buen baile? -dijo en un suspiro con la voz quebrada, y pareció entristecerse infinitamente.

Me dio la espalda y abandonó el balcón, haciendo que todo perdiese importancia, y que la lenta muerte que experimentaba el mundo fuese sólo una anécdota curiosa dentro de una rutina demasiado pesada. Puso un disco de música, y en el sonó aquella vieja canción que me recordaba a otros tiempos viejos y hermosos como sólo pueden serlos las cosas que son eternas. Dejó la copa de vino y me dirigió una mirada de esas que no se aprenden. Muchos siglos tendrían que haber pasado para que en una mujer como aquella se refugiase en aquella mirada, que hizo que por un segundo me sintiese perdido. Yo me acerqué despacio, imitando a todos los galanes que alguna vez existieron, y la agarré de la cintura, a la vez que la contemplaba sin prisa.

-Quizá el mundo no sea un lugar tan maravilloso -lamentó.

-Siempre fue el mismo lugar -le dije- pero hubo una vez que los actos como estos lo salvaban. Esa es la diferencia entre el antes y el ahora. Antes importaban las cosas. Ahora... ahora simplemente pasan.

-Entonces, puede que esta noche, mientras todo arde, seamos los únicos capaces de salvarlo.

Me dejé llevar por aquellos pechos firmes, aquellas caderas ligeras, delicadas, y esas manos que me rozaban como si todos los pequeños gestos tuviesen la mayor de las importancias. Yo me sumergí en sus delicadas caricias, y acaricié su piel como la seda más pura, y la desnudé con cuidado, pensando que los peores fracasos alguna vez fueron las mejores historias, pero alguien se empeñó en romper momentos como aquel, en los que entre dos cuerpos sólo distan los besos que faltan por dar.

Puede que al final, tras tanto tiempo viendo caer el mundo, morir lentamente mientras nadie hacía nada por salvarlo, aquellos ojos tristes y esa voz melancólica fuesen lo más cerca que estaba de salvarme. Y, pensándolo bien, puede que aquella noche, la revolución estuviese entre nuestras sábanas.

La única noche que nos amamos

- Baila conmigo -me dijo mientras dejaba suavemente la copa de vino tinto sobre la mesita cercana al balcón- Esta noche lo merece, puede que sea la única que lo merezca.

Adivinaba en sus ojos aquella mirada triste. Aquellos ojos cansados que nunca decían nada, y lo decían todo. En aquella época no era el tipo más observador, y todavía creía que las heridas se podían curar, y las cicatrices sólo eran una poética manera de decir que alguna vez amamos. Sus pupilas eran un torrente de sensaciones, y yo aparte la vista hacia el cielo negro que amenazaba tormenta. Las calles cobraban un cariz diferente, entre luminoso y gris, entre cansado y espectante, y la ciudad poco a poco se teñía de otros tiempos.


- Sabes que no sé bailar, y odio hacerlo. Además, no encuentro motivos para hacerlo.

- Hazlo porque yo te lo pido. Por que el tiempo está cambiando y el norte no se encuentra en el mismo lugar.


Yo deseaba beber de su cuerpo, de sus labios. Decirle que el mundo se hundía y que poco a poco se agotaban todos los minutos que alguna vez nos dieron tregua. Ella miraba el mundo con los ojos apagados, como si allí no quedase nada que salvarse, y esa noche fuese la única diferencia entre estar muertos o vivos.


- Además, ¿Qué sería de una revolución sin un buen baile? -dijo en un suspiro con la voz quebrada, y pareció entristecerse infinitamente.

Me dio la espalda y abandonó el balcón, haciendo que todo perdiese importancia, y que la lenta muerte que experimentaba el mundo fuese sólo una anécdota curiosa dentro de una rutina demasiado pesada. Puso un disco de música, y en el sonó aquella vieja canción que me recordaba a otros tiempos viejos y hermosos como sólo pueden serlos las cosas que son eternas. Dejó la copa de vino y me dirigió una mirada de esas que no se aprenden. Muchos siglos tendrían que haber pasado para que en una mujer como aquella se refugiase en aquella mirada, que hizo que por un segundo me sintiese perdido. Yo me acerqué despacio, imitando a todos los galanes que alguna vez existieron, y la agarré de la cintura, a la vez que la contemplaba sin prisa.


- Quizá el mundo no sea un lugar tan maravilloso -lamentó.


- Siempre fue el mismo lugar -le dije- pero hubo una vez que los actos como estos lo salvaban. Esa es la diferencia entre el antes y el ahora. Antes importaban las cosas. Ahora... ahora simplemente pasan.


- Entonces, puede que esta noche, mientras todo arde, seamos los únicos capaces de salvarlo.


Me dejé llevar por aquellos pechos firmes, aquellas caderas ligeras, delicadas, y esas manos que me rozaban como si todos los pequeños gestos tuviesen la mayor de las importancias. Yo me sumergí en sus delicadas caricias, y acaricié su piel como la seda más pura, y la desnudé con cuidado, pensando que los peores fracasos alguna vez fueron las mejores historias, pero alguien se empeñó en romper momentos como aquel, en los que entre dos cuerpos sólo distan los besos que faltan por dar.

Puede que al final, tras tanto tiempo viendo caer el mundo, morir lentamente mientras nadie hacía nada por salvarlo, aquellos ojos tristes y esa voz melancólica fuesen lo más cerca que estaba de salvarme. Y, pensándolo bien, puede que aquella noche, la revolución estuviese entre nuestras sábanas.

Piratas

Me dijiste que la vida sería

una aventura de aquellas en que Jack Sparrow

y sus hombres, vendrían

a rescatarnos de esta rutina incierta.


Beberíamos ron en cada puerto y soñaría con tu piel

imperfectamente tibia y con tus ojos,

mientras tú me lo pondrías difícil

y acabarías por ser esa pirata que me amaría a escondidas.


Que seríamos dos bucaneros alejándonos del norte

con cada pleamar,

y que los días sería siempre cortos, y las noches

me quemarían en el infierno de tus labios.


Pero parece que erraste en las promesas,

y que en lugar de corsarios, los sueños

se convirtieron en tablas de naufrago


y sogas en las que nos colgaría

el temible Lord Beckett resultaron

ser las cuerdas que sostuvieron el desastre

de buscar el mar en cada copa,


Y huir a puertos donde nunca

estuvieron nuestras bocas.

Preguntas con respuesta a media noche

Una vez me preguntaste cuanto tardaría

en dejar de admirar tu cuerpo,

mientras la ciudad se fundía

en aquella niebla que, según decías,

calaba el alma y nos dejaba,

algo más cansados y más viejos.


Yo apuraba la tarde y mi martini,

mirándote como si nuestra vida dependiese

de una palabra o un beso.

Como si nunca hubiéramos estado

ni más cerca ni más lejos

de perder el tren o de ganar el cielo.


Yo no tengo ni el secreto de los años,

ni la llave de quererte para siempre,

te dije.

Y a decir verdad, aun no me explico,

como te hago sonreír aunque sea de soslayo.


Y para serte sincero,

creo que esta noche el mundo

se resumirá en lo que ocurra

entre la cuenta y las escaleras del portal.

En esta jornada de reflexión...

... No paro de darle vueltas a aquella frase de Sabina que decía que teníamos “cenizas de revoluciones”. Pienso en ella porque quizá, viendo lo ciegos que estábamos, lo dóciles que éramos, no podías por menos que sentir eso, las cenizas de revoluciones pasadas, anacrónicas para algunos, olvidadas para muchos. Pero la mitología cuenta como el ave fénix renació de sus cenizas más fuerte, y sobre todo, vivo.

Nobody expect spanish revolution” rezaba el cartel de un anónimo con la careta de Guy Fawkes. Por que eso es lo que es este movimiento, Anónimo. Ahí radica su fuerza. No hay una figura a la que desprestigiar y calumniar. Ningún político o periodista a sueldo podrá decir que es una revolución manipulada por intereses partidistas. El Mayo Español ha estallado porque quien está en el poder creía controlar hasta aquellas personas a las que ha dejado, literalmente, sin nada. Todo estaba bien en ese espejismo en el que nos hacían dormir, en el que no nos dejaban soñar. Ahora, dice otro cartel: “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. Porque se ha dado la vuelta a la tortilla, porque este día de reflexión es para los políticos y no para los ciudadanos, porque siempre queda “mucho mes al final del sueldo”. Jordi Évole decía que Sol sólo era el símbolo, porque en toda España, en muchas ciudades del mundo, la gente se ha levantado, como ayer hicieron en Egipto, en Túnez, en Libia, como siguen intentando en Siria. Islandia fue la primera que dijo NO al abuso y al gobierno de los mercados, yo no voto a Botín, pues entonces que no me gobierne. Yo no pago impuestos al BBVA para que este me ahogue en tasas desmedidas mientras se enriquece a costa de un pueblo olvidado hasta el extremo. Una frase atribuida a Ghandi dice «Primero te ignoran. Luego se ríen de ti. Después te atacan. Entonces ganas» . Y eso es lo que pasa, la llamada Spanish Revolution ha sido ignorada, ya que cuatro perroflautas en Sol no arman ruido, Luego se rieron los medios, después, intentaron desprestigiarlos y acusarlos de partidistas, manipular la información, pues ya no eran cuatro sino cuatro mil, y no sólo jóvenes, pues la revolución no tiene edad. Pero me temo que, en estos tiempos en los que una frase escrita en cualquier rincón de la red puede incendiar toda una ciudad, no hay nada que pueda desvirtuar lo que se trata de conseguir aquí: Una Democracia real, pues como decía Ismael Serrano:
Volveremos a tapar las calles
hasta que amanezca con futuro y versos.
Volveremos a ser libres, puros,
y tú me pondrás flores en el pelo

Porque esto no quedará en papel mojado, se recordará durante mucho tiempo, se estudiará en los libros de historia de nuestros hijos, y entonces, por las noches, cantarán aquella canción que ya no será de Gendarmes y fascistas, sino de ciudadanos que sueñan y actúan:


Papa cuéntame otra vez, ese cuento tan bonito,
de estudiantes y parados, ciudadanos olvidados,
y dulce revolución, en la que un pueblo dormido
despertó para ser oídos

Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez de partidos oxidados
y cómo cantaste en Sol y ocupasteis cada plaza
en aquel mayo español en los días de vino y rosas. 
 
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
en la que el pueblo español, le ganó a la desidia
y cuya lucha por fin fue bandera de todo un pueblo
y como desde aquel día todo parece más bueno.

Papá cuéntame otra vez que tras tanta asamblea
y tras voz en alta y tantas noches en vela,
al final de la partida ganásteis la democracia
y bajo los adoquines si había arena de playa.


Fue muy dura la batalla: todo lo que se soñaba
en aquella revolución que dio pies a la esperanza
y ahora cantaremos ven, ya no hay miedo ahora hay alas
ya no tiene que llover pues está limpia la plaza.

Ha nacido otro mayo, queda cerca Solución,
que lejos queda Jean Paul Sartre, no tan lejos queda Madrid,
Sthépane Hessel, Labordeta, Saramago o Ghandi
las ostias nunca cayeron, todo eso lo viví.

Y recordaremos los muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Libia los que morían en Bagdad.
Ahora mueren en Siria los que buscan Libertad,
Ahora muere Palestina, pero la luchá seguirá.

*adaptación de la canión de Ismael Serrano, "Papá cuéntame otra vez" 

Historias de bar

- Una vez conocí a un hombre que sólo quería amar...

- ¿Y ella lo merecía?

- Siempre lo merecen. Pero... digamos que aquella mujer podría haber sido la mujer perfecta. Ya me entiendes, esas mujeres que siempre te reciben con una sonrisa, con un abrazo que calme cualquier herida, o te dejan llegar a su alma y hacerles el amor recorriendo cada centímetro de su cuerpo.... Pero no lo fue. En realidad no había nacido para ello, o quizá él no fuese ese príncipe azul que la haría feliz.

- ¿Cómo se llamaba?

- Eso, en realidad, no importa mucho. Nunca llegué a saber su nombre, y dudo que la persona a la que besaba con dulzura pudiese acordarse. Ella apareció como aparecen las mejores historias, de repente, sin pretenderlo. Ya sabes, dos tipos solitarios bebiendo codo con codo en una barra demasiado vieja y cansada. Una barra que había soportado tantas soledades como brindis, y que parecía sufrir nuestros fantasmas.

Los dos la miramos mientras cortaba el humo del bar (eran tiempos en los que aun se permitía fumar en los bares y soñar con utopías). Pidió un Vodka, pero lo hizo como sólo saben hacerlo las mujeres que en algun rincón de su corazon amaron a alguien. Se encontraba a años luz de aquel bar, y sin embargo miró de soslayo hacia donde aquel tipo y yo callábamos lo que nunca debiese contarse.

- ¿Qué hizo después?

- Se acercó hacia nosotros, y por un segundo me vi frente a ella, besando sus cicatrices y llevándole el desayuno a la cama.

Sin embargo, no todas las historias de amor pueden pasarle a uno. Y ella parecía buscar refugio en otro cuerpo, me refiero al cuerpo del paisano que bebía Whisky a palo seco y fumaba Ducados.

- ¿Y que pasó?

- Que no todo el mundo puede luchar cuando todo esta perdido. Y aunque es mucho más valiente el caballero que lucha sabiendo que va a ser vencido, no todos tenemos los arrestos necesarios para salir al campo de batalla con la cabeza alta.

- ¿Y la quería?

Te diré una cosa. Cuando una mujer te quiere hasta el punto de hacerte sentir el soldado más valiente y el poeta más frágil al mismo tiempo, con esa calma y esa paz que sólo tienen las personas que saben que han encontrado eso que les llenará para toda la vida.

Cuando alguien te quiere así, es imposible no querer a esa persona con todos y cada uno de tus huesos.

Era un asesino. Era un nobel de la Paz

Que si, que era un asesino, el mayor enemigo de la paz mundial, el presidente, líder espiritual, maquinador, organizador, cerebro e idealista de un movimiento terrorista cuyo objetivo era la yihad menor, reinterpretada al gusto de una minoría islamista que ganaba adeptos a medida que el yankee intentaba extirpar el tumor a base de conquistas y guerras preventivas.

Era el mal reencarnado, adiestrado por los que de pronto se habían convertido en sus peores enemigos. Hijo de la CIA, conocedor del mundo del espionaje y sus cloacas, desestabilizador de cuantos regímenes había podido por orden oficiosa de los USA. Y sin embargo, les salió rana, y el hijastro islamista del tío Sam se dedicó a emplear el dinero estadounidense y todo lo que había aprendido de ellos contra quien le había adiestrado, dado de comer y azuzado a su conveniencia cuando era, efectivamente, de su conveniencia.

Era un asesino, no cabe duda, pero es que al otro lado se encontraba un Premio Nobel de la Paz, un icono de las libertades de un pueblo desgastado como las banderas que ondean en cada una de sus casas. Un pueblo ahogado en su propio patriotismo, en la heroicidad de guerras absurdas y de himnos trasnochados. Era el que iba a cerrar Guantánamo, no a mantenerlo e incluso alimentarlo con nueva sangre de la misma Meca. Era el que iba a dar un giro a aquel país imperialista, engrasar nuevas alianzas olvidadas, sellar la Paz en la que confiaron aquellos ingenuos noruegos.

Era una esperanza hoy perdida. Un sueño roto. La promesa incumplida. Y al final, a la hora de dar luz verde a la muerte a sangre fría de un ser humano, Terrorista y Nobel de la Paz no lo dudaron, ¿Qué diferencia había?


Recuerdos de tu piel

Aun me acuerdo de todas las tardes

en que tu cuerpo era frontera y pecado.

Un altar a un dios humanizado.

Las promesas de una noche en tu piel.


Y nos quemaba el mundo

en cada una de las banderas que rendimos.

Eramos eternos, como solo pueden serlo

las historias más simples.


Me acuerdo de cada uno de los cafés,

de los besos robados,

de tu piel moteada y de tus palabras:

Esto fue lo más maravilloso que me pasará en la vida,

pero tengo que irme.

Castilla, en tu día

Desde la distancia, escribo para recordar tus nombres. Los de aquellos que te quisieron tanto a pesar de lo poco que tu dabas, pues siempre fuiste una madre recta y querida, de esas de las que se aprenden las cosas a base de observar y callar. De las que enseñan a amar en silencio y a lucar, cuando todo esta perdido.

Amante de todos los hombres y mujeres que te amaron, de los que guardan de ti recuerdos imborrables. Quizá, no estaría mal recordar, en tu día, aquellos nombres que te dieron vida, o que dieron su vida por ti. Que no dejaron que te ahogases en falsas grandezas y delirios de imperio. Aquellos que vieron violarse tus pendones y rasgarse tus telas. Que vieron enloquecer reinas por amor a una tierra, y que aun así permenecieron leales a tu lado, resignados a un futuro en el que nada les darías, madre.

Este homenaje llega tarde, asíque no se extenderá más allá de unas breves líneas. Espero que puedan perdonarme los que nada esperan de recuerdos, brindis y homenajes, pero hay días en los que el alma necesita escribir sin que intervenga nada más que los dedos, y el vagar de la mente.

Hoy, día de los Comuneros, de la Comunidades de Castilla, de Castilla, y de sus gentes, me dispongo a pedir un brindis o un silencio en honor de las gentes que dejaron legado y testigo de su tierra, tu tierra, mi tierra; seca como el ánimo de sus gentes, pero ancha y extensa como sus corazones.

A Castilla,


23 de Abril de 2011

Ceguera

A veces creo que vivimos

en una especie de ceguera taciturna

Ya encuentro tu aroma fácilmente

y los versos se convierten en escarcha.


Y me pregunto apesumbrado,

si este frío que invade nuestros ojos,

secará igual el presente que el futuro,

o si somos espejismo de pasados inciertos.


Una ceguera que oculta realidades que nos son ajenas,

Sentimientos macilentos que olvidamos,

cuando jugamos a ganar al desengaño.


Y ahora busco y no encuentro,

quizá los años pasen más rápido de lo que pensaba,

o simplemente me halle más lejos y no te vea,

en la ceguera solitaria de los días.


Tu cuerpo se halla envuelto en una niebla

de tonos demasiado cansados.

Y yo, torpe, no te encuentro.

Y olvido hasta cuando tus ojos eran mis sueños.

Fugacidades

Fuiste una mirada lejana, de soslayo.

Una palabra, una sonrisa.

Un intercambio de teléfonos,

Quizá mañana..., espero verte de nuevo.


Luego llegó el esperar una llamada

como el expresso que llega a media noche.

Mis manos temblaban al recordar

el suave roce de las palabras que nunca dijimos.


Pero así es la vida, me dijiste,

nunca sabes si esta plaza fue,

el refugio que ambos andábamos buscando,

en esta tarde de enero.

Morfología de un recuerdo

Soy joven y ya guardo,

alguna cicatriz y algún recuerdo.

Como el de aquella mujer que insinuaba,

que el amor se apagaba lentamente.


Quizá debí amarla más deprisa, o recordar

los caminos que nacían en su vientre.

Las noches en que a solas me inventaba

nuevas formas de conquistarte en cuerpo y alma.


No fueron ni las discusiones ni el cansancio,

sino esa prisa incierta y temerosa,

la que te hizo abandonarme aquella noche

en que Iniesta marcaba un gol a una utopía.


Y yo te busque, lo prometo,

en los lugares donde se buscan las cosas perdidas,

aunque tu nunca estuvieras allí, o te encontrases

besando otra piel mas tibia.

Intentos

Parece que sólo queda salir con las maletas.

Abandonar el pasado y los presentes

Los recuerdos anclados en las aceras

donde perdimos demasiadas palabras.


Los besos en los portales, las aceras infinitas y el teatro

donde tantas veces desee amarte.

Lugares que convertían el mundo,

en algo más que pisadas ausentes por las calles


Por casualidad me atreví a buscar en tus caderas

todas las utopías que nos arrebató el inverno.

Y parece que tu buscabas otros puertos o quizá

los besos de los que siempre fuiste dueña.

Noches de revoluciones

Estallaban las revueltas

como si el mundo acabase mañana,

y el juicio final se titulase:

¡Qué clase de hombre es aquel que no mejora el mundo!


Tu llevabas ese abrigo corto y fino,

como si el frío sólo fuese

un instante entre el adiós y el beso.

El segundo más leve de tus manos.


Me decías que vivíamos,

los mejores días para amar,

para soñar utopías y vivir revoluciones,

para sentir aunque sólo fuese un instante, la Libertad.


Yo te abrazaba y brindaba tus palabras,

sintiéndome el tipo como más suerte del mundo.

Ese que, en aquellas pelis de Hollywood,

encendía un cigarro y miraba de soslayo,


y decía dos palabras ahogadas y sinceras

y miraba al suelo buscando

alguna respuesta que se hubiese perdido.

Tu callabas y mirabas el mundo.


Sonreías en silencio y dejabas la copa,

Quizá después de todo, el mundo

acabase esta noche en tu cama,


y ese largo beso fuese sólo

el preámbulo de una revolución

que comenzaba y acaba en tu cuerpo.

Obituario para Manuel

Fue un hombre. Uno de esos que ya no quedan. De los que cada mañana, se vestían por los pies, con toda la dignidad ganada tras vivir tantos años queriendo, amando, sonriendo. Con el derecho que da el haber sido uno mismo durante tanto tiempo. De profesión, Futbolista con mayúsculas. De los de antes, de los que tenían el deporte como arte, y se comportaban como verdaderos caballeros en el campo. Nunca le importó el dinero ni la fama. Sólo defender su portería cada partido. Unos colores que hizo suyos, todas las veces que hizo falta.

De vocación, amigo, esposo, padre, abuelo. Llevando en el corazón todas esas palabras y las responsabilidades que conllevan. Quien da, recibe, y él, no debió sentirse nunca sólo. Yo lo conocí por boca de sus nietas, oyendo hablar de un héroe, o quizá sólo de la persona que les daba propina en monedas de dos euros, con esa forma de besar en la frente que resumía el mundo en una mirada. En cualquier caso, lo conocí en todos los recuerdos que ellas evocaban, con aquella pasión que sólo tiene quien admira de verdad, quien quiere de verdad. No puedo decir mucho de él, no le conocí como hubiese querido. Sin embargo, conocí bien a sus nietas, a una de sus hijas, a su esposa, y a toda su familia, de la que me enamoré desde el primer día.

Así pues, este adiós, es sólo un canto a la memoria, un brindis a una vida que fue como debieran ser todas las vida: Feliz a pesar de todo, y gracias a todo.




Manuel Arbe Elexpe (Arrigorriaga (Vizcaya) 1932 – Valladolid 2010)

Santos Desahuciados

Hoy, desde Valladolid, hace frío, y el día está gris y frío. Los ánimos, los de siempre: Crisis y esa empecinada intención de sentirnos desdichados. Aunque en la vida, si lo pensamos bien, hay bastantes más razones para sonreír y brindar con vino.

No puedo sino acordarme de que hoy es con diferencia, el día de los "enamorados" (como si el resto de los días no lo estuviésemos) más deslucido de todos. El pobre San Corte Inglés debe estar revolviéndose en su tumba. Parece, además, que San Valetín ha pasado a mejor vida (Quizá se haya hecho patrono de los divorcios o del Barça, que tiene más seguidores que la empresa -lease iglesia- para la que trabaja).

Desde que la iglesia predica política y bendice en dólares, y el amor le importa menos que la salvación de nuestras almas (si es que alguna vez pudieron salvarse), parece que Don Dinero ha decido crear otro día para que despilfarremos en generosidad y cheques regalo. Por ejemplo, podríamos llamarlo, San Judas Tadeo, el patrono de las causas perdidas.

A lo mejor, más de un político encomienda su campaña política a esta figura.




P.D.: Siento no contestaros a ninguna de vuestras entrada. Estoy, a una semana de terminar los exámenes, y la verdad, el tiempo es oro.

Guerra contra los días grises

El día es frío como mi ánimos,

con esta la tormenta que amenaza tiempos grises.

Me sacudo la pereza de mirar por la ventana,

en esta ciudad que nos es lejana,

y que amenaza con destruirse en segundos.


Miro tu cuerpo en la cama y me pregunto,

cuantas generaciones habrán hecho falta

para crear la paz que reposa en tus pupilas.

Bebo a sorbos tu imagen, delicadamente,

como si el mundo acabase en tus curvas.


Vuelvo a la ventana y recojo,

este café mañanero que me indica que estoy vivo,

o al menos, que sigo en pie en esta guerra cotidiana.

Debajo, el río que divide esta ciudad hosca y desconfiada,

donde se gana el alma y se pierden las sonrisas.


El día, sobrevivirá aunque nosotros naufraguemos,

aunque no nos despertemos y permanezcamos,

aprendiendo cada uno de los besos que nunca hemos recitado.

Porque creo que pendo de tus abrazos,

y tu calor reconforta los huesos que alguna vez nos rompimos.


No puedo responder a los optimistas que mañana

dan sol tibio y crecimiento económico,

si a pesar de sonreír cada mañana no somos

todo lo felices que deberíamos ser,

o quizá lo somos por obligación y sin motivo.


A veces hay días, como ves,

que no me salvan ni tu imagen ni el calor de la cama.

Pero prefiero -no se vivir de otra manera-

quedarme a tu lado cuando venga la tormenta,

pues nunca pierdo cuando gano tus labios.

Carta de Guille a Libertad

Hace tiempo que dejamos de ser

dos niños que jugaban a utopías y revoluciones.

Que tenían el mundo a sus pies y nunca

pensaron que el mañana no existiese.


Crecimos y el tiempo,

arrastró la arena de la playa y las hojas

de esos otoños que siempre eran nuestro.


El invierno parecía ser

algo más duro de lo que recordábamos.

Y los proletarios,

sólo una cola que se dirigía al paro.


Y sin embargo,

en aquellas noches de nostalgia y fantasmas,

me seguías recordando que la vida, contigo,

seguía siendo aquel bordillo desde el que soñábamos.


Que las utopía, tras tantos años,

aun siguen haciéndome sonreír a pesar de los soles fríos.

Y me sigues recordando lo que era sonreír.


Será por eso que a aquel niño con chupete

le tiemblan las manos al escribirte, Libertad,

los versos que siempre te pertenecieron.

Cuando tener todo se convierte en demasiado

Son demasiados recuerdos de ti.

Demasiadas tardes entre café y vinos

que nos abrieron más de un mundo

y muchas otras camas


vistiendo besos que no eran nuestros.

Caricias que llevaban otro destinatario.

Demasiados besos pedidos,

demasiados robados


Todas las ausencias que hoy vienen

a cobrarnos un alquiler demasiado alto.

Por soñar quizá a lo grande,

y sin embargo, demasiado.


Y parece que fue ayer cuando te amé

con la promesa del siempre,

nunca demasiado.


Demasiadas tardes en tu cuerpo

aprendiendo unas curvas que ahora

se me antojan lejanas


demasiado eternas para decir para siempre.

demasiados silencios,

demasiados secretos que no compartimos.



Y parece que, ahora que nos alejamos,

cometí el error de perderte

cuando tener todo a tu lado

se convirtió en demasiado.

Poema para cualquiera de tus cumpleaños

A mi madre, por sus 53 años haciéndo brillar

lágrimas de felicidad en ojos ajenos

La vida, madre,

nos ha ido dejando algunas arrugas y muchas sonrisas.

Unos ojos cansados que siempre miran con ternura.

El cariño como patria y bandera.


Abrazos que arreglan el fracaso y las penas,

remiendos para los golpes que nos va dejando

el paso de los años en el cuerpo.

Besos que curan las cicatrices que algún día tendremos.


La vida nos ha enseñado,

la felicidad que siempre muestran tus manos.

Ese cariño infinito sin facturas ni cobros,

esa paciencia inagotable de saldo ilimitado.


Porque cumplimos años contigo cuando tu los cumples,

con esa dulce sensación de nacer cada año a tu lado.