Obituario para Manuel

Fue un hombre. Uno de esos que ya no quedan. De los que cada mañana, se vestían por los pies, con toda la dignidad ganada tras vivir tantos años queriendo, amando, sonriendo. Con el derecho que da el haber sido uno mismo durante tanto tiempo. De profesión, Futbolista con mayúsculas. De los de antes, de los que tenían el deporte como arte, y se comportaban como verdaderos caballeros en el campo. Nunca le importó el dinero ni la fama. Sólo defender su portería cada partido. Unos colores que hizo suyos, todas las veces que hizo falta.

De vocación, amigo, esposo, padre, abuelo. Llevando en el corazón todas esas palabras y las responsabilidades que conllevan. Quien da, recibe, y él, no debió sentirse nunca sólo. Yo lo conocí por boca de sus nietas, oyendo hablar de un héroe, o quizá sólo de la persona que les daba propina en monedas de dos euros, con esa forma de besar en la frente que resumía el mundo en una mirada. En cualquier caso, lo conocí en todos los recuerdos que ellas evocaban, con aquella pasión que sólo tiene quien admira de verdad, quien quiere de verdad. No puedo decir mucho de él, no le conocí como hubiese querido. Sin embargo, conocí bien a sus nietas, a una de sus hijas, a su esposa, y a toda su familia, de la que me enamoré desde el primer día.

Así pues, este adiós, es sólo un canto a la memoria, un brindis a una vida que fue como debieran ser todas las vida: Feliz a pesar de todo, y gracias a todo.




Manuel Arbe Elexpe (Arrigorriaga (Vizcaya) 1932 – Valladolid 2010)

Santos Desahuciados

Hoy, desde Valladolid, hace frío, y el día está gris y frío. Los ánimos, los de siempre: Crisis y esa empecinada intención de sentirnos desdichados. Aunque en la vida, si lo pensamos bien, hay bastantes más razones para sonreír y brindar con vino.

No puedo sino acordarme de que hoy es con diferencia, el día de los "enamorados" (como si el resto de los días no lo estuviésemos) más deslucido de todos. El pobre San Corte Inglés debe estar revolviéndose en su tumba. Parece, además, que San Valetín ha pasado a mejor vida (Quizá se haya hecho patrono de los divorcios o del Barça, que tiene más seguidores que la empresa -lease iglesia- para la que trabaja).

Desde que la iglesia predica política y bendice en dólares, y el amor le importa menos que la salvación de nuestras almas (si es que alguna vez pudieron salvarse), parece que Don Dinero ha decido crear otro día para que despilfarremos en generosidad y cheques regalo. Por ejemplo, podríamos llamarlo, San Judas Tadeo, el patrono de las causas perdidas.

A lo mejor, más de un político encomienda su campaña política a esta figura.




P.D.: Siento no contestaros a ninguna de vuestras entrada. Estoy, a una semana de terminar los exámenes, y la verdad, el tiempo es oro.

Guerra contra los días grises

El día es frío como mi ánimos,

con esta la tormenta que amenaza tiempos grises.

Me sacudo la pereza de mirar por la ventana,

en esta ciudad que nos es lejana,

y que amenaza con destruirse en segundos.


Miro tu cuerpo en la cama y me pregunto,

cuantas generaciones habrán hecho falta

para crear la paz que reposa en tus pupilas.

Bebo a sorbos tu imagen, delicadamente,

como si el mundo acabase en tus curvas.


Vuelvo a la ventana y recojo,

este café mañanero que me indica que estoy vivo,

o al menos, que sigo en pie en esta guerra cotidiana.

Debajo, el río que divide esta ciudad hosca y desconfiada,

donde se gana el alma y se pierden las sonrisas.


El día, sobrevivirá aunque nosotros naufraguemos,

aunque no nos despertemos y permanezcamos,

aprendiendo cada uno de los besos que nunca hemos recitado.

Porque creo que pendo de tus abrazos,

y tu calor reconforta los huesos que alguna vez nos rompimos.


No puedo responder a los optimistas que mañana

dan sol tibio y crecimiento económico,

si a pesar de sonreír cada mañana no somos

todo lo felices que deberíamos ser,

o quizá lo somos por obligación y sin motivo.


A veces hay días, como ves,

que no me salvan ni tu imagen ni el calor de la cama.

Pero prefiero -no se vivir de otra manera-

quedarme a tu lado cuando venga la tormenta,

pues nunca pierdo cuando gano tus labios.