Campo Gravitatorio

Acabamos otra noche más,
buscándonos como los únicos animales
que perdieron el norte,
mientras nuestro mundo se tambalea.

Mientras se olvidan las preguntas
y no hallamos respuestas.
Donde nos llevaran estos sueños
que nunca nos guiaron. Estas ruinas
arruinadas por los engaños.

Pesimistas para enamorarnos.
Torpes para llamarnos.
Lejos de creer que el mundo se salva

acabamos preguntándonos a oscuras,
mientras Bagdad arde
y tu sonrisa se apaga

si merece la pena rendir las banderas
de nuestra revolución
a los pies de la cama
en la que ahora nos besamos a oscuras.

Si existe una mínima oportunidad,
por pequeña que sea,
de volver a verte después de madrugar.

Antes de que Octubre nos atrape

Pondré a salvo las maletas de las hojas de otoño.
De las heridas que a su paso va dejando este año.
Sellaré con maderas y clavos el corazón
pues en estos tiempos se agrieta demasiado.

Te pediré que me acompañes
antes de que la ciudad nos ahogue.
Nos pesen los años y sintamos que nos desmoronamos,
como el mundo que agoniza en nuestros brazos.

Podríamos viajar a la Argentina,
perdernos en las tabernas de Dublín,
volver a visitar a hombres con faldas y camisas,
tocando para salvar el alma que se apaga lentamente.

O quizá helarnos en Praga y ver París cuando anochece,
Y regresar a casa antes de que se queme la cena,
de que la rutina nos atrape sin remedio.
Y olvidemos sin querer lo que es querernos.

Por eso el tiempo nos apremia,
y te pido que no invadan tu cabeza las dudas,
aunque el mundo esté plagado de inseguridades y ruinas.
Y cada historia de amor eterno se extinga.

Porque deseo escapar contigo en este año
en que los incidentes se multiplican.
Y envolverte en mantas y caricias.
Antes de que Octubre nos atrape

Las cosas que no hicimos

Debería llamarte al móvil y preguntarte,
qué tal ese trabajo que consume tus días.
O ese tipejo con el que me han dicho que andas,
si eres feliz o sobrevives.

Debería pedirte que escribas de vez en cuando,
contándome si te acuerdas de aquellas noches de invierno,
de los portales que nos cobijaron
cuando aún creíamos en lo eterno.

O quizá sea menos locura romper
el marco que te ata a mis recuerdos.
O ahogar en ron los sueños en que tu cuerpo me desvela
y el aroma que dejaste se convierte en veneno.

No se si cabe en estos versos, decirte que
a pesar de aquellos gritos,
todavía recuerdo el susurro de tus palabras en mi espalda
y tus dedos como la primera vez que rozaron mi cuerpo.

Sin embargo, parece que no te escribiré.
Puede que necesite quedarme con tu recuerdo
en vez de malgastar los días preguntándome
si hubiese cambiado algo al despedirnos,

no sé, quizá un último beso.