Tres versos: Entre tu y yo

#160
-¿Qué te pasa?
-Me pasas tú.
            (Mar Argüello)






#154
Daría todos mis poemas porque se callaran los versos,
y tú me besases.
Daría todas mis miradas porque se callaran los besos,
y tú me versases.






#156
Eres cómo mezcla salvación e ibuprofeno

Transformación para Dani


Podría decir que fuiste noches complicadas de sexo y ron,
de playas y aceras infinitas.
Una historia jugada a cara o cruz contra tus pecas,
si aceptaba que morir en ti era la vida.

Que fuiste la palabra exacta para romper el hielo,
la duda.
La oportunidad de detener el tiempo y prometerte,
que detrás de cada lágrima siempre vendría un beso.

O los labios a los que siempre sobraba el quédate a dormir
y las preguntas con respuesta.
El bar donde pusimos a mi cuenta tus miedos,
y Sam tocó de nuevo aquella canción que te nombraba.

También te puedo decir que hubo días en que quise quererte
y supe encontrar el camino más rápido a tu risa y a tu falda,
y otros en los que desee odiarte a toda costa, y huir,
antes de que toda esta historia se convirtiese en nada.

Poema para la Inspiración

¡¿Ahora vienes, hija de puta?!
cuando llevo ya cuatro whiskys, y voy por el quinto,
y mañana no me acordaré que te necesité,
para escribir sobre la soledad, o sobre la morena de la barra.

Es más, mañana me acordaré que ni siquiera me gustan las morenas,
y la magia se marchará como lo harás tu,
cuando rompa el alba y recuerde que seis whiskys me impidieron disfrutarte.

Te quiero y te odio a partes iguales.
Te odio porque vienes al séptimo whisky como si siempre hubieses estado ahí.
Y eso, eso es lo que me jode.
Que vienes cuando te da la gana,
y encima me enamoro de ti como si me dieses la vida,
cuando en realidad me matas lentamente cuando me niegas tus besos.

Si me preguntas porque te quiero,
te diré que porque llevo ocho whiskys soñando
con las palabras que traerá la marea en tus labios,
cuando hagamos el amor y crea que puedo ser feliz siempre que quiera.

Me miras y sonríes, y apuro el noveno,
y escribo torpemente cuatro versos que hablan de tu falda.
Te miro y sonrío, porque has conseguido herirme con un guiño,
y desnudarme por sorpresa cuando te creía lejana.

Vienes, y como llevo diez whiskys y no puedo escribir,
le atizo un puñetazo al primero que pasa a mi lado.
Y finalizo la noche con el sabor a sangre y a fracaso en la boca,
con el dolor de tu inoportuna aparición y mi estúpida ocurrencia
de ir a pelearme con el tipo más grande del bar.
¿Ves como al final eres tu, mi amor, la que inicias todas las guerras del mundo?