Descripción


Me pidieron que te describiese como si te viese por primera vez,
y traté de recordar tu treinta y siete y tus maneras.
Aquellos ojos que cambiaban de color si me mirabas,
o tus suaves reproches porque no me tomase nada en serio.

Traté de explicarles que para ti el amor y los silencios
eran sinónimos,
y nunca habías rimado más de tres veces tus labios con los de nadie.
Que tenías miedo al miedo y amor por las alturas,
sobre todo cuando éstas venían a visitarte en sueños.

Incluso les hablé de las pecas que bañaban tu espalda,
de cómo mirabas de perfil cuando te enfadabas,
o de aquel gato que tuviste de pequeña.

Sé que eran detalles tan absurdos como pedirte que te quedaras
después del sexo. Pero había que intentarlo,
porque cuando me preguntaron por tu nombre sólo pude responderles
“creo que lloró al cerrar la puerta”.

Tres versos: Declaración

#146
Mientras más conozco al hombre
más quiero a Mafalda.







#84
NO a la PANFLETO-ideología.







#82
Consejo para demagogos:
no escriban “paz” con la misma mano con la que asesinan.

 

El mes que nos salvamos



Cuando te conocí apenas era capaz de juntar dos sentimientos, 
de mirar entre los pliegues de los días inciertos.
Sin embargo aprendí tu nombre al darte el primer beso,
cuando tu risa empapó el Retiro y salvó el otoño,
y yo me refugié en tus manos sin pedir permiso.

Descubrí tu miedo a la oscuridad, al compromiso,
la necesidad de darlo todo en cada instante,
Me contaste que tu pasado acababa en otoño,
que todos se marchaban antes de un te quiero,
y que por algún motivo, odiabas octubre para enamorarte.

Conocí Madrid en los rincones de tu cama,
mientras anidabas entre mis brazos y te dolían las sonrisas.
Compartiste tu afición por los recuerdos, y me confesaste
que aun creías en finales de cuento y príncipes grises.
Traté de prometerte futuros, y ahogaste mis palabras con un beso.

Por alguna razón tú fuiste el salvavidas y el naufragio,
la esperanza y la certeza de que pronto acabaría.
Yo me limité a desearte en cada beso, a conocerte,
a aprender los recovecos de tu cuerpo al querernos.
Y la ciudad inhóspita que me acogía, se hizo nuestra.



*Poema extraído de la actuación Se llamaba Pandora, y contenido en el poemario VerS.O.S.

Presentación teatral de VerS.O.S. (14 de noviembre, La Fïdula, Madrid)



Porque es una fiesta que nadie se puede perder. No se trata de presentar un poemario, sino de contar la historia tras el poemario. Lo que motivo a sangrar al autor, las heridas que dejan los después que no cicatrizan.

No es sólo una presentación. Es una reunión de los que empezaron juntos. Subiendo a un escenario con un sueño que nunca ha dejado de sonar en su cabeza.

No es sólo una presentación, ni una fiesta. Son familiares y amigos festejando que la cultura sobrevive a pesar de todo. Porque de eso se trata, de vivir.

Espero que vengáis, y que llenéis el bar de sonrisas.