#113 (Haiku navideño)


I
Llegaban luces
allí mueren de hambre
y a oscuras







II
Llegaban luces
aprendía tu cuerpo
entre mis manos

Tres versos: Olvido


#28
Estoy un poco confundido,
no sé si te he recordado demasiado pronto
o te olvidé demasiado tarde.


#44
Gritaba a tu recuerdo, pero ni siquiera este se digno
en darse la vuelta antes de que doblases la esquina.


#45
Quisiera hacerte el amor hasta partirnos a besos
todos lo recuerdos que otros cuerpos nos dejaron.

Cuatro de diciembre en Madrid


Hoy es cuatro de diciembre en Madrid.
Tú tendrías once años, y seguirías siendo
una sombra en blanco y negro acurrucada en la cama,
buscando brazos moteados de pecas y nuestro calor.

Ahora estarías dormido cerca del radiador, friolero,
tratando de conciliar el sueño, pero atento a sus gestos cómplices.
Dispuesto a seguirla, con paso firme, hasta el fin del mundo.
Yo os estaría observando desde cerca, amando ese mundo que es sólo vuestro.

Hoy es cuatro de diciembre en Madrid,
y aunque parezca extraño, se echan de menos tus ladridos,
los gruñidos al quitarte tu hueco en el sofá, justo entre los dos,
llevándote toda la manta y las caricias, y su sonrisa.

Me gustaría que la vieses ahora, infinitamente hermosa,
aunque echándote de menos cada día. Doliéndole tu nombre,
tu ausencia, tu recuerdo, el botón que movías cuando te abrazaba 
o regresaba a casa.
Siento que no estés en tu cumpleaños, pero en casa, te espera una vela encendida.


Para Mar ( www.500px.com/photo/19832133 )

Tres versos: Aclaración

#25

I
Te hubiese seguido al fin del mundo,
si mis pasos hubiesen podido competir con tus alas.



II
Te hubiese seguido al fin del mundo,
si mis brazos fueran sustitutos de tus sueños.



III
Te hubiese seguido al fin del mundo,
si tu me lo hubieses pedido en lugar de marcharte en silencio.

Hipótesis perdida en un instante


Podría decir que fuiste noches complicadas de sexo y ron,
de playas y aceras infinitas.
Una historia jugada a cara o cruz contra tus pecas,
si aceptaba que morir en ti era la vida.

Que fuiste la palabra exacta para romper el hielo,
la duda.
La oportunidad de detener el tiempo y prometerte,
que detrás de cada lágrima siempre vendría un beso.

O los labios a los que siempre sobraba el quédate a dormir
y las preguntas con respuesta.
El bar donde pusimos a mi cuenta tus miedos,
y Sam tocó de nuevo aquella canción que te nombraba.

También te puedo decir que hubo días en que quise quererte
y supe encontrar el camino más rápido a tu risa y a tu falda.
Pero pude ver que no era tan fácil que fueses
el instante retenido entre una noche y un recuerdo.

Madrid, a 6 de noviembre de 2012


Pequeña Libertad,
 
Se me hace raro volver a casa sin tus maletas, sabiendo que estarás entre aeropuertos y silencios, preguntándote por qué esta vez tampoco fuiste capaz de quedarte. No sé, a veces pienso que nos complicamos en ser infelices, olvidando cuando éramos pequeños y jugamos a que la vida podían ser las tardes en el parque, o el beso que te robé en aquella fiesta, cuando a penas contaba catorce primaveras.


Estos días contigo me han enseñado que es fácil ser feliz a tu lado, e imposible acostarme sin tus besos y no sentir que me falta el aire. Podría seguir escribiendo, pero creo que al final sólo conseguiría que otro aeropuerto te llevase a mis brazos por tiempo limitado, y al final, acabaría lamentando que no sea capaz de retenerte a mi lado, ya sabes, como las parejas que son capaces de sentarse en el sofá con un café en la mano y sin que sean necesarias las palabras.


Cuídate mucho,

Guille.

El camino de los suicidas

La vi por primera vez en el puente de Segovia, mirando el vacío con sus grandes ojos marrones, tratando de entender en la negrura del vacío el misterio de la vida. Me acerqué con cuidado para que mi presencia no la asustase. Miré la caída de treinta metros que la mataría en el acto si tenía suerte.

-Allí no encontrarás nada -dije. Ella me sostuvo la mirada aterrada, como si yo fuese un ladrón que hubiese entrado en su casa a robar sus tesoros más preciados.- Por mucho que nos duela, la vida sólo es eso, y esta caída no es una salvación.

Sus pies vacilaron mientras sus manos comenzaban a temblar. Ambos sentíamos ahora un frío extraño. Volvió a otro lado de la barandilla con miedo y me miró llorando.

-Mañana volveré a intentarlo desde la terraza de mi casa. -me dijo respirando con dificultad.

-Entonces tendrás que darme la dirección y dejarme un boli para apuntarla.

#23



#23
Espero que si te vas lo hagas
 para responder preguntas y no para lamentar respuestas.


*Imagen titulada "La Espera" de Mar Argüello Arbe, más fotos pinchando aqui.

Descripción


Me pidieron que te describiese como si te viese por primera vez,
y traté de recordar tu treinta y siete
subiendo la escalera de mi casa.
Aquellos ojos que cambiaban de color si me mirabas,
sonreías o me reprochabas que no me tomase nada en serio.

Traté de explicarles que para ti el amor y los silencios eran sinónimos,
y nunca habías rimado más de tres veces tus labios con los de nadie.
Que tenías miedo al miedo y amor por las alturas,
sobre todo cuando éstas venían a visitarte en sueños.

Incluso les hablé de las pecas que bañaban tu espalda,
de cómo mirabas de perfil cuando te enfadabas,
o de aquel gato que tuviste de pequeña.

Sé que eran detalles tan absurdos como pedirte que te quedaras
después del sexo. Pero había que intentarlo,
porque cuando me preguntaron por tu nombre sólo pude responderles
Creo que lloró al cerrar la puerta.

Definiciones que no debieran olvidarse hoy

Democracia.
(Del gr. δημοκρατία).
1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

Responsabilidad.
3. f. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado.
4. f. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.

Libertad.
(Del lat. libertas, -ātis).
1. f. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
2. f. Estado o condición de quien no es esclavo.
5. f. Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres.

Revolución.
(Del lat. revolutĭo, -ōnis).
4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa. 

Derecho, cha.
(Del lat. directus, directo).
2. adj. Justo, legítimo.
3. adj. Fundado, cierto, razonable.
9. m. Facultad del ser humano para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida.
10. m. Facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor, o que el dueño de una cosa nos permite en ella.
11. m. Consecuencia natural del estado de una persona, o de sus relaciones con respecto a otras.
12. m. Acción que se tiene sobre una persona o sobre una cosa.
13. m. Justicia, razón.
14. m. Conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva.

Tres versos: Nostalgia


#17
Puede que sólo necesitase tu risa
en aquellas tardes de cañas y besos.
O saber que no sólo tuve yo la culpa de que te marcharas.




#18
No fue fácil olvidar tus miradas en interrogante y sin embargo,
saber siempre me quedará el regusto a fracaso
y el recuerdo de que me quisiste a tu manera.






#19
Cumplimos tantos años resumidos en fotos y promesas
que ardieron en nuestras manos,
que cuesta saber cuando se fue todo a tomar por culo.

Los viejos lienzos de Eva

Llevo demasiado tiempo postponiendo estos escritos, esta idea. Borré todas las antiguas entradas para empezar de cero. Conocer a Eva ha sido uno de los pilares para escribir, y escribir sobre ella, el principio de muchas divagaciones.


Encuentros entre Eva y Ladrón, Ene, Mar y otros personajes en lo que podríamos llamar el primer relato río de la historia.

El resultado, un poco más abajo.

Madrid, a 4 de septiembre de 2012



Pequeña Libertad,



Otra vez has vuelto a dejarte el libro que te regalé cuando viniste. Supongo que es tu forma de decirme que volverás algún día a recoger todas las cosas que visten de color mi apartamento. Espero que cuando vuelvas traigas de nuevo el calor que embarcó rumbo alguna parte.



Gracias por este verano, por las tardes en la terraza y los sueños. Por los días sencillos que nadie mejor que nosotros puede convertir en tesoros. Se que te prometí estrellas y playa, pero Madrid carece de ambas cosas. A cambio te enseñé mil vidas y remendé las lágrimas que trajiste del barco. Nunca podré prometerte más de lo que tengo; y lo que tengo es demasiado poco. Pero aún me acuerdo la primera noche en que el ron te llevó a mi cama y me dijiste: “no te pido que me des mucho. Pero lo que me des, quiero que sea sólo mío”



Cuídate mucho,

Guille.

Eternos e imposibles


Siempre me duelen tus latidos entre mis costillas,
como si fueses aquel frío que nunca termina de marcharse.
Los andamios sólo retrasaron nuestra ruina
y me declaré en bancarrota
antes de que me expropiaran tus recuerdos.

No puedo decir que me sorprendiese
tu marcha y aquellos reproches que me hiciste.
Tampoco hubiese podido rebatirte mis silencios.
Por eso dejé vagar la esperanza de que no te llevaras
el equilibrio que atesoraba en tus labios.

Temblamos con el ruido de la puerta,
que afilaba las sombras del pasillo.
No era justo que te fueras llevándote mis lágrimas,
ni que yo me quedara mudo sin tu brillo.
Hay castigos que no se disimulan con futuros, me decías.

Me parece que la vida no fue justa con nosotros,
que nos llenó de fantasmas y dudas, visitando
otros cuerpos que apenas nos vestían, y que apenas
pudimos desvestir con nuestros dedos,
pues fuimos siempre soñadores eternos e imposibles.

Tres versos: Derrota



#11
¿Por qué será que siempre acabo encontrando
el final de mis versos en tus labios?




#12
Andabas con las puntas de los pies,
se rompía el alma y tu llorabas.
Era fácil encontrar el mundo entre
tus piernas, pero imposible
acostarse a tu lado y ser feliz.




#13
Lo triste es que éramos dos extraños
queriéndonos como nunca,
jugando a destrozar a pedradas la soledad,
predispuestos a olvidarnos como siempre.

Para uno de tus cumpleaños...



#15

Sólo tendré dos brazos para poder abrazarte,
algunas veces no tendré camisa para que seques tus lágrimas.
Habrá días de tormenta sin paraguas y paraguas sin tormenta.
Pero siempre acudiré puntualmente a tus labios cuando te haga falta.

El destino





- Te he buscado durante mucho tiempo y has sido tú la que me ha encontrado, pero no sé si es una ilusión

- Yo nunca te busqué y sin embargo te he encontrado, ¿eso te hace real?

Madrid, a 26 de junio de 2012


Pequeña Libertad,


El calor ha llegado y las calles de Madrid se han convertido en un hervidero. La gente sale a la calle como siempre (en eso nunca cambiaremos), pero más tristes. Con esa resignación que sólo conocen las personas que aprendieron a perder demasiado pronto. Sigo extrañando tus pies pequeños, el café templado de la tarde y tus ojos al marcharse como siempre.

Escribo más que antes y salgo menos. No tengo a nadie que me lleve al parque del Retiro y me haga sentir en casa, en una isla lejos de todas las ciudades. A nadie con quien pasear cuando cae el sol, o ver arder todas las hogueras del solsticio, mientras tratas de explicarme que los sueños son el premio de consolación de los que no se atreven a caminar tras sus pasos.

Puede que tengas razón, y que tu ausencia me esté pesando demasiado y me impida respirar. Pero ayer estuve en el concierto de aquel grupo de rock que tanto te gustaba, y me acordé del billete que dejaste en mi mesilla por si decidía acompañarte en uno de tus viajes.


Cuídate mucho,

Guille.

De mayor quiero ser minero



Para mi era un soldado acudiendo a la guerra, un héroe ante un mundo de aventuras que se abría a su paso. Un joven acudiendo al primer día del resto de su vida, con una dignidad que nunca le había visto a mi hermano a sus dieciocho años. Parecía más mayor y más sabio, y yo observé mi pijama, imaginando que era el traje de faena que él estrenaba. Su nuevo uniforme que, como el que llevaba papá y como el que llevó el abuelo, volvería al final del día sucio, y ya nunca volvería a ser del color que era ahora.

Mi madre lloraba en silencio, con el rostro grave y unas lágrimas disimuladas en la mejilla. Intercambiaba pequeñas miradas con mi padre, pero este no decía nada, concentrado como estaba en aquel bollo reseco y su café sólo, amargo como la vida, decía él -en una de las pocas veces que salía alguna palabra de su boca- con aquella voz quebrada por el hollín y el humo de tabaco.

Mi abuela cosía en silencio, sin decir nada, pero yo la veía observar a mi madre con compasión, quizá recordando aquella escena muchos años atrás, pues eran tres los hijos que, junto con su marido, habían ido a trabajar a la mina. Ninguno de ellos había vuelto a subir a la superficie en una fría y triste mañana de enero.

Mi hermano parecía nervioso, y miraba a mi madre y a mi padre alternativamente, con el gesto erguido, tratando de disimular el miedo que le daba aquel paso. Quería parecer un hombre, y para mi era mucho más que eso. Un soldado, un guerrero, un héroe como el de los tebeos que le robaba y leía a escondidas. Como las historias que me contaba mi hermana sobre guerras en las que luchaban hombres valientes. Porque eso era, un hombre valiente.

Se levantaron en silencio, dispuestos a recorrer el kilómetro y medio que iba desde nuestra pequeña aldea hasta las entrada de la mina. Mi madre dejó de fregar platos y secó sus manos temblorosas en el delantal. Mi abuela siguió cosiendo, tratando de olvidar una escena demasiado familiar, demasiado triste. Mi padre se acercó a mi madre y le dio un beso tierno y duro a la vez; esa era su forma de amar. Luego cogió su casco y le dio otro a mi hermano, que lo sopesó inquieto.

Salieron y yo les seguí con la mirada, viendo alejarse a Héctor y Aquiles por los campos de Troya, Soldados de los Tercios camino de Flandes, o simplemente dos mineros construyendo el futuro con tanto esfuerzo que al final del día, regresarían a casa con el orgullo y la derrota de todas las guerras.

-De mayor quiero ser minero -dije con orgullo, pensando en las hazañas de mis héroes, en las princesas encerradas en torres, en la admiración que conseguiría con ello. Mi madre se acercó a mi, me revolvió el pelo con ternura mientras se secaba una lágrima.


-Ojalá que no, hijo mío.


Después me llevó a la mesa, donde me esperaba bizcocho reseco y un cola-cao. 





*Dedicado a todos los mineros que mantienen su lucha.

Tres versos: Confesiones


I
Lo confieso:
saboteé tus ojos para que me viesen de otra manera,
cambié mi voz por los cantos de sirena.
Sólo quería retenerte hasta que la muerte llamase a nuestra puerta.




II
Lo confieso:
Sofoqué las llamas de tus enfados
y avivé los mordiscos de tus labios.
No sabía como hacer que me quisieras.




III
Lo confieso:
Tuve que prometerte el mundo con luces y sombras,
y decirte que todas mis horas estaban a tu nombre.
No tenía nada más que ofrecerte.

Cualquier pareja



Recuerdo cuando todas tus fotos tenían
ese color que debería tener la vida.
Registrabas los tesoros que el mundo escondía,
y se hacía más sencillo caminar a tu lado.

También recuerdo cuando mis poemas contaban
todas las pecas que llevaba tu cuerpo.
Marcaba constelaciones de las sábanas
que se arrugaban entre nuestros dedos.

Creo que así aprendimos a querernos,
entre café y tardes eternas de domingo.
Tú mirando tus tesoros, yo,
tratando de rimar con el desastre.

Y puede que no fuésemos mejor que otros
que jugaban a desquererse entre versos.
O que hacían lo imposible por besar,
labios agrietados y lejanos.

Pero éramos nosotros, y eso bastaba,
para que el reloj marcara una hora menos.
Para que la Tierra girara más despacio, y el mundo,
siempre terminase entre tus piernas.

Madrid, a 27 de mayo de 2012




Pequeña Libertad,

Tendrías que haber visto cómo tomamos la plaza y por un instante, todo fue posible. Hace un año nadie pensaba que este movimiento que nos envuelve pudiese traer una primavera tan clara. Ni siquiera podíamos soñar que nuestros hijos nos verían como vemos a nuestros padres: luchadores de otro mundo posible.

Te eché de menos a mi lado, aunque siempre supe que estabas cerca. Quizá más cerca que otras veces, porque compartíamos ideas y sueños. Siempre me acuerdo de ti en las manifestaciones, gritándole a la injusticia y combatiendo con palabras lo que ellos defienden con violencia. En esos momentos siempre te veo como eres, grande a pesar de tu tamaño, viva a pesar de los inviernos, y caminando a pesar de las zancadillas.

Gracias a ti aprendí a regalar claveles un catorce de abril y a recibir libros por sorpresa, a desayunar café y conversaciones, e incluso a bailar, aunque sólo lo haga contigo y a escondidas.
Por eso, cuando me manifiesto, siempre lo hago con la esperanza de que promulguen una ley para que regreses pronto a casa.

Cuídate mucho,

Guille.

Finales


Me pregunto cuantas noches pasaremos en silencio
mientras los reproches nos parten las costillas,
hasta que de una puta vez decidas irte.

Si te irás en silencio sin decir palabra,
o destrozaremos a pedradas los recuerdos.
Y vendremos a decir que éramos otros,

como si no fuésemos los mismos que nos buscábamos
en noches de frío y ginebra.
En sitios que nunca fueron santuarios.

También me pregunto que haré yo cuando te marches
y suba la factura de la luz y en sombras,
decida que fue un error no pedirte que regreses.

Quizá me abone a soledades que se esconden del rescate
con que sueñan las historias que pudieron ser la nuestra y sin embargo
pasó de largo como siempre.

Sé que sólo me queda preguntarme si volverás algún día,
si yo seré capaz de callar menos y sonreír más.
Quién sabe, quizás valga la pena.

Tres versos: Ecos


#7

Muchas noches me levanto
entre los ecos de tus antiguas caricias.
Recordando, quizá soñando,
que una vez fui simplemente feliz.


#8

A decir verdad te he buscado a hurtadillas,
en las líneas de metro que cruzan tu calle,
en un par de canciones,
incluso en aquel libro que olvidaste en mi mesilla.


#11

A la mañana siguiente sólo quedaba olor a tabaco
y a fracaso en la ropa. Dos almas
cansadas y rotas. El sabor de tu piel mis labios
¿Ese era el amor que me prometías anoche?

#15M

"Alzando manos"

Abandonamos las calles heladas de Madrid
mientras los recortes nos quitan la esperanza.
Empieza la primavera, y ya no escuchamos a falsos profetas
que se agarran al poder con sus mentiras.

Todo empieza en los espejos, en las voces que nos llaman,
en los rayos de sol que calientan el futuro y nos dan alas.
Desafiamos al sistema que nos aparta y nos condena,
a ser una pieza más de su teatro de marionetas.

Nos temen porque saben de nuestra fuerza y que mañana,
cuando busquen su poder sólo encontrarán nuestra mirada,
devolviendo el miedo que inspiró nuestro milagro.
Ya no hay otro sonido que los pasos que nos unen en la plaza.

Ahora la calle se llena del calor de la gente,
vistiendo nuevas revoluciones nacidas de un sueño.
Nos quitamos la máscara despacio y descubrimos,
que ya no somos esclavos, y que estamos vivos.

*Fotografía "Alzando manos" de Mar Argüello Arbe

Mi primera novela con blog incluido

Hoy comienza a escribirse mi primera novela, que llevará por título "Los últimos días de noviembre". Es una novela basada en personajes y reflexiones, donde el ritmo lo ponen los recuerdos y las dificultades de cada personaje.

Es un proyecto bonito, sobre todo porque antes de escribirlo ya me he enamorado de la mayoría de sus personajes. Llevo casi dos años pensando en escribir en serio una novela. Hasta hace poco, el sueño se limitaba a folios escritos sin demasiado trabajo. Me gustaban, lo reconozco, pero les falta siempre el toque de esfuerzo necesario.

Como incentivo he creado un blog en el que iré dejando apuntes, dudas, fragmentos y opiniones sobre cómo va creándose esta novela. El enlace, es el siguiente: Los últimos días de noviembre (http://enbuscadepiedras.blogspot.com.es/).

Sed,
como siempre,
bienvenidos.                                                     

Ladron de Guevara

Madrid, a 3 de mayo de 2012


Pequeña Libertad,

Se que apenas han pasado unos días desde que nos despedimos en otro de los miles de aeropuertos que te han visto partir. Sé que no es justo que te escriba una carta tan pronto, pero también sé que nunca he encontrado otra manera de mantenerte en casa.

Quería decirte que estas vacaciones juntos han sido las mejores en mucho tiempo. Me quedo con las largas conversaciones en la arena de la playa, a pesar del viento y de la lluvia, de las palabras que me dijiste la última noche antes de acostarnos: “En un mundo diferente, tu y yo seríamos dos jóvenes que amanecerían el uno al lado del otro”. Puede que, a pesar de este mundo, no fuese mal final para nosotros.

También me alegro de que estos días te hayan cargado de energía y relajado, y que me hayas hecho la promesa de regresar pronto, y contarme aquello que me dijiste que no me contarías hasta que volviésemos a vernos. Tengo la sensación de que volveré a verte pronto.

Cuídate mucho,

Guille.

#20


"Quien quiera ser... (entre líneas)" de Mar Argüello Arbe
Quien quiera ser una foto en tu pasado,
se contentará con tu recuerdo lejano.
Y sin embargo en la noche volverá a mirarte
aunque ya no estés cerca.

Quizás así comprenda,
que fuiste una mirada ausente
que sonreía entre los surcos del llanto,
buscando aquello que nunca apareció en una foto.

Tres versos: segunda parte



#4

Atenas ardía y la venganza impartía su ley en los juzgados.
Ganaban las derechas y saqueaban los derechos conquistados.
Y a pesar de todo, heridos de muerte, tú y yo nos enamorábamos.


#5

Podemos conocernos al revés.
Despedirnos entre lágrimas
antes de jurarnos amor eterno,
besarnos por primera vez a oscuras
y conocernos entre la sábanas.


#6

No me culpes por tratar de sobrevivir
entre fantasmas e insomnio.
Ya no resulta tan fácil conformarse
con besos y verdades a medias.
Y aunque mi mitad sigue en píe,
busco la tuya en todas las acercas

Tres versos: Lucha


#1

No me culpes por buscarte en horas oscuras.
¿Qué otra cosa puedo hacer si nunca aprendí
a vendarme las heridas?






#2
 
Eres lo más parecido a la vida
en mis noches de muerte.






#3

Me seguirás mintiendo mientras me dices te quiero,
pero te quedarás a mi lado.
Yo seguiré fingiendo que no te quiero,
pero me iré mientras duermes.


Fotografía: "Por su lado" de Mar Argüello Arbe (imagen contenida en el álbum Pisando Charcos)

Cita con la muerte


-No puedes ganar al Diablo en una pelea al borde le precipicio -dijo la muerte ajustándose la corbata y palpándose la herida que sangraba su pómulo.

-Nunca se trató de ganar -respondió escuetamente con una sonrisa cansada- pero las buenas costumbres no hay que perderlas.

Madrid, a 20 de marzo de 2012


Pequeña Libertad,

Te escribo estas líneas para contarte que no podré ir a verte en vacaciones. Esta lucha se está haciendo cada vez más dura, y las luchas en la calle me recuerdan lo que tenemos que perder si no ganamos.
Ayer me despidieron del trabajo. Supongo que era previsible después de dos contratos de formación y el poder que acaparan los mercados para matarnos poco a poco. Vienen tiempos duros Libertad, y a veces te echo de menos a mi lado, lejos de esos viajes que me roban tus minutos.

Esta noche hemos quedado todos con el viejo Capitán, que ha decidido anclar en tortuga y hacernos una visita tierra adentro. Le mandaré recuerdos de tu parte, aunque espero que este verano podamos compartir un día de navegación juntos.

Tu madre me pide que tengas cuidado. Ha oído en la radio que las tormentas se acercan. Yo sólo pido que vuelvas al final de cada viaje para demostrarme que aún debo seguir escribiéndote.


Cuídate mucho,

Guille.

Paraísos


Mi paraíso no es distinto a otros muchos
construido entre caricias que Eva me da por las mañanas
y besos que crecen en árboles nocturnos que dan frutas
que nunca estuvieron prohibidas.

Sin embargo, hay otros muchos paraísos,
que se visten y disfrazan a imagen y semejanza
de dioses que nunca pidieron permiso.

En el piso de abajo se construye un paraíso de rutina
y fines de semana. Y canciones de jazz con desayuno.
E incluso a veces oigo decir entre susurros
que su paraíso es perfecto a pesar de todo.

Dos pisos más abajo se encuentra un solitario
que disfraza su paraíso con una vieja radio,
y ordena el correo de todo el edificio
para que nadie confunda paraísos.

Un viejo en el primero se alimenta,
del rumor de tardes de domingo y de costumbres
que amurallaron los contornos de su edén.
Para que Caín no llame por error en vacaciones.

Y en el portal de todos los edenes,
convergemos como querubines al poniente de los días,
espada ardiente en mano y bocadillo en la mochila.

Los días habrán cambiado desde que Dios deshaució por impago
a dos inquilinos -para inri- embarazados.
Pero la vida sigue echándome cada día de mi paraíso,
y yo vuelvo a tus labios cada noche.

Fin del niño que fui



Entré al armario buscando al monstruo que me había atormentado las noches de mi infancia, pero allí sólo había ropa.

Momentos que resumen una relación


El primer momento que recuerdo entre nosotros
fue cuando aprendí tu nombre y tus miradas.
Cuando me lancé al vacío y te pedí tu número,
y tu me dijiste que si de verdad quería verte,
Madrid no era tan grande.

Pasaron varios meses de citas y llamadas,
buscando excusas para verte, cualquier cosa
para evitar decirte adiós al despedirnos.
Tu seguías siendo para mi aquella chica misteriosa,
que me pedía un beso y nunca me lo daba.

El segundo momento que recuerdo
me hablaste de aquel tatuaje y de ese chico,
que una vez amaste más que a nada.
Me contaste que tus pecas brillaban cuando sonreías,
y yo te besé por primera vez por sorpresa.

Aquellos meses fueron de sexo y caricias,
y aprendí a leer en tus labios poesía.
A sonreír en silencio cuando me mirabas seria y me decías:
No creas que esto va en serio,
pero no te vayas todavía.

El tercer momento en que resumo nuestros días,
se tiño del azul de tu maleta, y me dejó
aquel recuerdo que acabó en la basura y esa ausencia,
de no saber si fue el destino o la rutina,
o tu eterna manía de huir cuando empezaban a quererte.

A Público, en su cierre


Nos matan la cultura y nos encierran,
en trampas que se vuelven laberintos.
Para que no pensemos cierran Público,
no vaya a ser que descubramos que podemos
ganar el futuro que hoy nos niegan.

Aunque se tiña de azul la información
que tergiversa las verdades corruptas,
no buscaré consuelo su Razón,
pues ésta arraigó siempre en las juntas
más fachas y derechistas de la educación.

Pongamos de ante mano que el País,
sufre crisis de identidad y miopía.
Y el futuro lo sueña al ralentí.
Que triste es la verdad si la utopía,
viste -mano en alto- un gastado maniquí.

Ahora brindarán los Fabra, los losantos,
y algún que otro socialista medio tuerto,
que juega a ganar lo que en realidad ha perdido,
tal día como un veinticuatro de febrero.
Reirán algunos creyéndonos ciegos.

Ahora toca pelear contra los persas,
sabiendo que somos bastantes más de trescientos.
Que esto no son las Termópilas,
sino Sol, el kilómetro cero.

Que mientras ellos batallan contra nosotros en los medios,
llenaremos las calles honrando el hueco que hoy nos dejas.
¡Público! Aunque no estés, seguirás contando boca a boca,
las primaveras 15-M que nos dan consuelo.

Sobre derrotas

Me siento con aquel espartano frente a tantos persas.
Conteniendo el aliento mientras mira la risa del destino.
Y limpia sus armas y su cuerpo para que la muerte
le encuentre en la batalla y le haga su amante.

Como Sócrates frente a la ignorancia que cierra
las puertas del saber y las preguntas.
Lamentándose no haber sabido más o preguntado,
mientras la cicuta le va dejando sin respuestas.

Como aquellos que hicieron que un ejército
llegase a las puertas de Numancia y se estrellase,
contra el honor que queda tras la vida,
cuando ni los dioses son dueños de uno mismo.

Como todos los imperios que vieron apagarse sus días
soñando con la gloria, a menudo robada a otros,
y mirando de reojo los exilios
a los que conducen la ambición y la derrota.

Como Jack cuando perdió La Perla Negra
en los mares oscuros del caribe.
Quemando las naves y el ron en las tabernas
que atraviesan tortuga o malasaña.

Aunque en realidad me siento como aquel tonto que fui,
dejándote escapar sin retenerte. Comprendiendo, al alejarte,
que cupido disparó contra el pasado, y su flecha
atravesó nuestro talón de aquiles,

dejándonos solos y olvidados.

El arte de servir vino


Le serví el vino despacio, dejando que aquel líquido de tonos rojizos y su aroma se instalase cómodamente entre nosotros. Trataba de darme aires de galán mientras en mi cabeza buscaba la manera de decirle lo guapa que estaba, y las ganas que tenía de morir toda la vida a su lado.
Pero yo siempre fui algo torpe, y acabé derramando unas gotas de vino sobre el mantel al descubrir que sus ojos azules no dejaban de mirarme, con aquella sonrisa que me partía las costillas y me hacía algo más débil, y mucho más feliz.

Ella se rió despacio, procurando que los segundos fuesen horas, divertida de ver como trataba torpemente de justificarme. Dejé la botella encima de la mesa y la miré, calculando las probabilidades de volverla a ver después de la desastrosa cita. Ella se detuvo un segundo observando mi mano áspera y nudosa, y después, tras beber un trago eterno de la copa, se levantó lenta y delicadamente, y me dijo:

-Si no subes a mi habitación en diez minutos, será la cita más desastrosa de toda mi vida.

Madrid, a 3 de febrero de 2012


Pequeña Libertad,

Me alegró mucho verte antes de que acabase enero. Fueron días calurosos, a pesar de que los termómetros marcasen bajo cero y nuestras miradas no fuesen tan largas como solían ser. Fue bonito comprobar que tu sonrisa salía de vez en cuando, como el sol tímido de los días de lluvia. Me encantó el regalo que me trajiste, de verdad. Aunque creo que con esta, es la décima vez que te pido que te quedes tú como regalo. Sigues soñando con que las cosas sean sencillas, y yo sigo admirando tu fuerza frente a todas las tormentas que nos regala el día a día. Creo que nos vamos haciendo adultos cuando aprendemos que realmente las grandes victorias se encuentran en las pequeñas derrotas.

Hoy hemos quedado todos en aquel bar que te enseñé antes de irte. Como te prometí, estoy intentando sonreír más y salir. Ladrón me dice que te mande recuerdos, que espera verte pronto e invitarte a comer en aquel restaurante de la ciudad vieja.

Como ves, todo se hace más gris cuando tu te marchas.


Cuídate mucho,

Guille.

Oración a la justicia

Decía V bajo la máscara de Guy Fawkes,
mientras recitaba un poema
y la música volvía a sonar en Londres.
El Old Bailey se estremecía y explotaba.

“Este concierto se lo dedico a la señora Justicia

en honor a las vacaciones que parece se está tomando
y en reconocimiento al impostor que ha ocupado
su lugar"

Ojalá que la ficción no supere a la realidad.
Si en España la verdad es una ramera,
que sea Magdalena y no fulana de tal.

Que no queden los culpables libres sin culpa
bajo un pacto de silencio lleno de ruido,
mientras sus víctimas habitan fosas condenadas al olvido.

Que la tierra nos anime a desenterrar la memoria,
que la Justicia llore su injusticia,
que podamos perdonar cuando sepamos la verdad.

Que la conciencia no sea la voz de la ignominia
de quienes confunden aclarar con vengar.
Que nadie ignore que hubo un pasado.

Que la justicia no haga de veleta
a viento de quien gobierna. El mismo engaño
que cambia de traje con el temporal.

Que recordemos que hay memoria, muertos
culpables, fosas comunes, dictadores,
y no sólo jueces prevaricadores.

Que reconozcamos el derecho a conocer,
sin privar, según credos, de la verdad y el consuelo
que los huesos puedan descansar.

Invierno



Montamos guardia sobre los tejados
de esta ciudad helada, y recordamos cuando éramos
a penas dos niños jugando
a los primeros besos.

Crecíamos despacio, bebiendo la vida
y los días a grandes sorbos,
como dos almas descubriendo
por primera vez el verbo amar.

A pesar de todo seguimos volviendo
a buscar entre estas calles los pasos andados,
y te sigo mirando entre la niebla como en las noches
en las que tu cuerpo era el sudor en los portales.

Es una ciudad ingrata, como todas.
Insensible a las lágrimas de felicidad y miedo.
Una isla perdida donde sólo podremos salvarnos
si recordamos que antes de morir fuimos eternos.

Hoy la nieve congela las aceras y nos mira en silencio,
y yo te abrazo ante la mirada cómplice
de miles de edificios que nos vieron amar y reír,
y hace calor en tus labios a pesar de todo.

Dos idiotas efímeros




-A veces me pregunto si no seremos dos idiotas jugando a no estar solos. -dijo él mirando la ciudad a través del cristal sucio de su coche.

-¿Y que te respondes? -contestó ella, mirando la mano de él suspendida en el volante.

-No lo sé. No nací con todas las respuestas, y cuanto más vivo más preguntas se quedan sin resolver. Puede que en realidad no juguemos, y seamos dos personas que han descubierto el arte de vivir sonriendo. Pero luego, otras veces, me miro al espejo, y te miro, y pienso que somos dos personas estropeadas, que buscan la manera de no romperse del todo.

-Eso es duro, e injusto. Yo nunca intenté no romperme. Sobrevivir es otra manera de no dejar de andar, de seguir siempre hacia adelante, ¿qué importa que en el camino dejemos algunas cicatrices?

Él la miró como siempre hacía cuando ella se ponía seria, y abarcaba en un gesto todos los dolores del mundo. Recordaba la primera vez que hicieron el amor, en aquel mismo coche. La primera vez que rozaron sus cuerpos y el reloj se ralentizó por completo. Recordaba también al policía que les despertó esa mañana, y el café que le quitó el hielo del corazón por primera vez en mucho tiempo. Pero sobre todo, lo que más recordaba era la frase que ella le dijo al despedirse.

-No pretendo que me quieras como si fuese lo más importante de tu vida. No pretendo que me cuides, que me llames todos los días, que tus ojos sólo busquen mis ojos. Y sobre todo no pretendo que siempre me hagas reír. Pero te lo digo en serio, si se te ocurre hacerme llorar, te mato.

Él supuso que se trataba de una metáfora, de una advertencia con vistas a una relación futura. Pero no lo era. No para aquella chica remendada de todos los golpes que le dio la vida. No para aquella mujer frágil que siempre seguiría caminando hacia adelante, no dejando que nada la anclase. Se negaba a ser el juguete de nadie, y quizá por eso, a menudo sufría más de la cuenta.

-¿Te has parado a pensar -dijo él rompiendo el silencio que se había creado- en lo fácil que les resultaría ser felices a otros en nuestra situación?

-Hay distintos grados de felicidad. La tuya es más bien un esfuerzo por complicar lo sencillo, por desmenuzar los placeres hasta que sólo queden espinas. En mi caso, me basta con que mis dos piernas sigan funcionando cuando me toque irme.

-¿Y si no te tuvieses que ir nunca? ¿Si yo fuese el tipo que te conoció aquella noche, simple y llanamente un tío con el que te acostaste en un coche. Un tipo si más fondo que lo que hay debajo de la ropa y sin otra intención que follarte?

-Si así fuese, -dijo ella reflexionando despacio- yo seguiría tratando de sobrevivir en otras camas, y tú, estarías en este coche con otra chica igual de efímera que yo.

Valladolid, a 13 de enero de 2012

                                                                                                               
Pequeña Libertad,

Hoy ha bajado la temperatura y ya combinan a bajo cero mi cuenta y los termómetros. La ciudad está fría y silenciosa, como los días en que esquivábamos a la gente y nos besábamos escondidos en los portales. Puede leerse en los rostros la frustración de futuros cortados de raíz, de presentes turbios y entrevistas de trabajo. Me llegan noticias de mi hermana, que me cuenta que ya no cotizan las quimeras en bolsa, y los sueños han dejado de ser tema de conversación en el café.

Mi padre sigue como siempre. Quizá más flaco y con alguna cana cubriendo sus preocupaciones. A veces le veo en la cocina, a altas horas de la noche, saboreando el café frío del desayuno. En ocasiones me siento en silencio y espero, inútilmente, que lleguen sus lamentos. Pero ya no se queja como antes. Ahora sólo cuenta las facturas una y otra vez, buscando algún céntimo entre los recovecos del sofá. Otras veces le observo desde lejos. Tengo miedo de acercarme y ver la derrota en aquel hombre, la humillación de un sistema injusto que empuja al olvido años de trabajo.

Eres una luchadora, así que no dudo de que sobrevivirás, como yo, a este frío que no entiende de estufas. Y que si tienes un rato te acuerdes de mi. De mis besos a hurtadillas; de las llamadas a media noche cuando toda la ciudad dormía. Me gustaría verte, aunque sé que por muy cerca que estés de mi, siempre será demasiado lejos.

Ayer hablé con tus padres; me invitaron a pastas y mate y me preguntaron por esos escritos que juré publicar alguna vez. Esperan verte pronto, y yo, sólo espero que estés bien.


Cuídate mucho,

Guille.

Anatomía de la tristeza


Anatomía de la tristeza

Nunca me preguntaste por mis silencios cargados
de dudas y miedos, por alguna ilusión ya fracasada
Mis abrazos siempre tarde se convirtieron en rutinas
y tu te conformaste con los besos fríos que olvidaba darte

Hace meses todo era diferente, dijiste que las cosas como
escribir poemas o ver viejas fotos, o hablar, resultaban más fáciles
Parecía sencillo sonreír por todo o escribir tu nombre
y recordar la suerte de un día lluvioso en que me besaste.

Ahora sin embargo se vuelve difícil hablar del insomnio
que reina en mi cama. De las llagas que dejan tus labios.
En cada recuerdo me duelen tus sonrisas y mis silencios
se clavan en las cicatrices que dejó tu ausencia.