Madrid, a 3 de mayo de 2012


Pequeña Libertad,

Se que apenas han pasado unos días desde que nos despedimos en otro de los miles de aeropuertos que te han visto partir. Sé que no es justo que te escriba una carta tan pronto, pero también sé que nunca he encontrado otra manera de mantenerte en casa.

Quería decirte que estas vacaciones juntos han sido las mejores en mucho tiempo. Me quedo con las largas conversaciones en la arena de la playa, a pesar del viento y de la lluvia, de las palabras que me dijiste la última noche antes de acostarnos: “En un mundo diferente, tu y yo seríamos dos jóvenes que amanecerían el uno al lado del otro”. Puede que, a pesar de este mundo, no fuese mal final para nosotros.

También me alegro de que estos días te hayan cargado de energía y relajado, y que me hayas hecho la promesa de regresar pronto, y contarme aquello que me dijiste que no me contarías hasta que volviésemos a vernos. Tengo la sensación de que volveré a verte pronto.

Cuídate mucho,

Guille.

6 comentarios:

Tropiezos y trapecios dijo...

Siempre acaba volviendo, aunque le gusta mucho el juego de mostrarse esquiva. Se pone bruta si la echamos de menos :-)

¡¡¡Un abrazo!!!

Oski.

PD: No te creas que es fácil encontrar las imágenes, hay que buscar, buscar, buscar y buscar :-)

Luis Cano Ruiz dijo...

Libertad siempre fue un barco que no cabe en una botella. Siempre necesito un abrazo que le diese fuerzas, pero mucho espacio para poder crecer... Porque siempre fue pequeña, pero muy grande.

Anabel Rodríguez dijo...

Es cierto que Libertad siempre fue muy grande para el poco tamaño que tenía, y Guille demasiado impaciente. Será cosa de la edad, del conservarse eternamente joven, vaya usted a saber. De todas formas me parece un poco duro despedirse de Libertad en un aeropuerto, uno no debería despedirse nunca de ella.
Besitos

Wanderer dijo...

Libertad siempre ha sido una pequeña gran incomprendida. Libertad viene y va, como las olas del mar. Nuestro cometido no es retenerla, sino no nunca olvidarla.

Vértigo dijo...

ya sabes que me apetecía leerte... y me ha encantado.

Historias entre Fogones dijo...

La libertad cambia con el tiempo, se vuelve más tímida y difícil de encontrar. Así que no pierdas la playa de tu relato, si es que es allí donde siempre aparece.
Todos deberíamos tener nuestra playa privada donde encontrarnos con ella siempre que la necesitemos.
Precioso escrito.
Un abrazo fuerte.