Tiempos de soles fríos (Poesía)

Hace tiempo (un año hará mañana) hice esta misma entrada en prosa, y ahora me gustaría compartirla en forma de poesía. La explicación es sencilla. En las palabras importa no sólo el significado de estas, sino como se digan las cosas. Para gustos:


Atravesamos tiempos duros,
en los que escribir resulta doloroso
y nuestras almas -si alguna vez existió tal cosa-
duelen como puñales.

Lágrimas que alguna vez derramaron
quien aprendió a no llorar.

Atravesamos tiempos en los que pedir perdón,
decir te quiero, o sonreir son artículos de lujo
y no necesidades básicas.

Hace tiempo que desde el mar no se ven las estrellas,
y ningún camino lleva a Roma,
si es que alguna vez decidimos
ir allí por algún motivo.

Perdemos. Siempre lo hacemos,
y la mayoría de las veces de forma estrepitosa,
como si quisiéramos demostrarnos
que el mundo se desmorona.

Asistimos impasible a cada entierro
de los días que nunca fueron nuestros.
De las noches que vivimos eternas,
como si el amanecer nos alejase de los sueños.

Sin embargo, a pesar de las derrotas cercana,
las lejanas, y las que vendrán,
seguimos en pie, brindando con vino
al amor y a la locura de camas tan revueltas como vividas.
Tantas sonrisas entre las sábanas.

Por suerte o por desgracia,
los que escribimos llevamos impresa
la derrota en nuestras letras,
y un punto de amargura a cada paso.

Pero siempre, de un modo incompresible
que roza la magia, nos levantamos,
escribimos de nuevo, sonreimos,

tomamos ese café que levanta el ánimo perezoso
de luchar de nuevo por un futuro incierto
-todos los futuros lo son-
que se nos presenta en los charcos más sucios.

Pero incluso el agua de estos charcos,
alguna vez,
formó parte de un océano.

Escapada

"El Camino Indicado" Mar Argüello Arbe
Escapada


Me escapo de días tristes y cansados
de aquellos rincones en los que mora
tu ausencia.

De las brújulas que llevaban siempre
a tus piernas.
Aquel camino que ya no recuerdas.

Me escapo de las despedidas
de sonrisas vacías que visto en las fiestas,
en los lugares donde quedará tu cicatriz.

De los amigos que me preguntan por tí,
de tus canciones preferidas,
esas que al mirarte siempre hice mías.

Me escapo del latido de mis pasos,
de la vena de tus abrazos,
del pulmón que se ahoga sin nosotros.

De las protagonistas de todos los libros,
de sus mil manías y miedos.
De su forma de amar en silencio.

Y aun así tu fantasma viene a encontrarme.

Y aun así duele tu ausencia como mil puñales.

Y aun así, cada día sonrío al despertar,
buscando tu olor en mi cama,
tu espalda en mi espalda.

Sonrío a pesar de morirme por dentro,
de estos días cansados y tristes,
en los que sé que estás lejos.

De las pequeñas piezas de tu vida,
que dejaste en la cárcel del recuerdo
donde escribo estos versos

Me Escapo, y no puedo.

La Escena


"La Escena" de Mar Argüello Arbe


No la conocía antes de verla descender de aquel coche, pequeño como ella, y a la vez con un carácter que ese día me pareció eterno. Decidida con su libro bajo el brazo y aquel bolso de cuero negro, resultaba perfecta en aquella mañana ligeramente gris que sólo un otoño tardío podría haber dejado en aquel primero de octubre.

Calculé los pasos que nos separaban cuando la vi sentarse ante la ventana y abrir aquel libro. Cincuenta hasta la barra del bar, y otros diez casuales para encontrarme, sin querer, frente a esa chica que leía distraída. Desee tener un libro en ese mismo momento, llevar camisa, o tener algo que ofrecer para poder presentarme, en lugar de mis vaqueros rotos y la mochila colgada al hombro.

También desee que ella fuese real y no un bonito reflejo en un escaparate.