Valladolid, a 7 de abril de 2010

Pequeña Libertad,

Hoy no he podido evitar escribirte. Sé que mis cartas siempre te llegan a medias, y que probablemente no leas ninguna, pero tus padres nunca pierden la esperanza de que vuelvas de cada uno de tus viajes y te quedes al menos unos meses con nosotros.

Hoy he recordado aquella conversación que tuvimos en el “ningún-a-parte” sobre la libertad. Tu citabas a aquel escritor que tanto traducía tu madre y que tantos “pollos” trajo a tu mesa, diciendo que el hombre nace libre, responsable y sin excusas. Yo te replicaba con aquella frase sacada de aquella peli que vimos un día lluvioso, ¿te acuerdas?
Justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras, son metas.”

Me acuerdo como defendías convencida que la libertad está, a menudo, poco entendida y despreciada. Citabas a Salustiano Olózaga con aquello de que sólo unos pocos prefieren la libertad, mientras que la mayoría no busca más que buenos amos. Sé que te acordarás de como terminó aquella charla. Te levantaste despacio, me besaste en los labios y me dijiste: “-Eres libre de subir a mi cuarto”. Supongo que necesitaba recordar nuestros días de alguna manera.

Cuídate mucho,

Guille.

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