Trincheras


A veces siento la necesidad de replegarme en mis derrotas,
dejo la maleta olvidada en portales en ruinas
y regreso a casa con cuatro letras en el bolsillo.

Sumo mis fantasmas a dudas y fracasos,
te amo y te doy todo sin aprenderte,
como si fueses un instante que se pierde cuando la noche nos asalta en una esquina.

Me limito a sobrevivir entre individuos que pretende encontrarse
como una flor en el mar de la Gran Vía.
Escribo mi epitafio en el remite de cartas no enviadas,
borro esa sonrisa de las fotos de la infancia,
y evito al cabrón que me señala al otro lado del espejo.

A veces creo imposible la utopía, recuerdo a Guevara y lo maldigo con fuerza,
tacho la palabra “quizá” del diccionario,
y me siento a esperar el fin del mundo, sin esperar nada.

Y entonces llegas tú. Sólo me abrazas en silencio, y me rescatas,
rompes mis murallas de latón, recordando,
que todas las trincheras son victoria y esperanza.

5 comentarios:

Sofya dijo...

Que bonitos versos...No voy a decir nada más.

Un beso Ladrón!

Óscar Sejas dijo...

La paz del abrazo a tiempo. Hasta en el desierto super poblado de Madrid se encuentran oasis que por suerte, no son espejismos.

Salud.

Vértigo dijo...

El poder de los abrazos... Magia...

Anónimo dijo...

Qué importante es ese abrazo y esa persona que te lo da cuando más lo necesitas y cuánto menos lo pides.

Un besote!

Unknown dijo...

Abrazar en silencio!!!!amar en silencio sin hacer ruido!!!qué bonitos poemas escribes, llenos de sentimientos!!!