Valladolid a 27 de diciembre de 2010

Pequeña Libertad,

Ahora que acaba el año y nos deja miles de heridas, de fracasos y miedos, no
puede ya robarnos más lágrimas, y ni siquiera las tibias sonrisas que alguna vez esbozamos logran sacarnos de este letargo oscuro. Dicen que ha sido el año de la crisis en el mercado de valores. Eso, si valor puede tener ese mercado que ha desgarrado a tantas familias, dejando temblando los sueños de tantas personas, sumiéndonos en una realidad paralela plagada de inseguridades. En realidad, la crisis ha venido en los sentimientos y el amor. En todas las promesas que nunca se han hecho o nunca se han cumplido.

En las relaciones que se han perdido, que han dejado en el naufragio tantas botellas de ron. Y aún hoy, sigue llorando el cielo y nosotros por dentro. No lo hemos comprendido, y damos vueltas a una idea que nunca llega a buen puerto. Vivimos días de soles fríos, tan fríos que no los calienta ni ese ron que cae en nuestra manos, ni los abrazos de manos amigas. Por más necesarios que estos sean. Acaba este calvario y en mi cuerpo se quedan las cicatrices que ya no puedo borrar.

Quería hacer un anuario de las muchas cosas que han desaparecido este año y que no he visto morir a tu lado. Dicen que las seis primeras uvas son para pensar en lo que dejas atrás, mientras que las seis siguientes pertenecen a los buenos propósitos y los buenos deseos. Pero este año, que de largo ha sido el peor año de mi vida, me reservo once uvas para despedirlo, y sólo una con el mejor de los deseos,

que llegue el 2011 y vuelva a verte pronto.

Cuídate mucho,

Guille.

Anuario



Ahora que acaba el año y nos deja miles de heridas, de fracasos y miedos. No puede ya robarnos más lágrimas, y ni siquiera las tibias sonrisas que alguna vez esbozamos logran sacarnos de este letargo oscuro. Dicen que ha sido el año de la crisis en el mercado de valores. Eso, si valor puede tener ese mercado que ha desgarrado a tantas familias, dejando temblando los sueños de tantas personas, sumiéndonos en una realidad paralela plagada de inseguridades. En realidad, la crisis ha venido en los sentimientos y el amor. En todas las promesas que nunca se han hecho o nunca se han cumplido.

En las relaciones que se han perdido, que han dejado en el naufragio tantas botellas de ron. Y aún hoy, sigue llorando el cielo y nosotros por dentro. No lo hemos comprendido, y damos vueltas a una idea que nunca llega a buen puerto. Vivimos días de soles fríos, tan fríos que no los calienta ni ese ron que cae en nuestra manos, ni los abrazos de manos amigas. Por más necesarios que estos sean. Acaba este calvario y en mi cuerpo se quedan las cicatrices que ya no puedo borrar.

Quería hacer un anuario de las muchas cosas que han desaparecido este año. Dicen que las seis primeras uvas son para pensar en lo que dejas atrás, mientras que las seis siguientes pertenecen a los buenos propósitos y los buenos deseos.

Pero este año, que de largo ha sido el peor año de mi vida, me reservo once uvas para despedirte, y sólo una con el mejor de los deseos:

QUE LLEGUE EL 2011 (si es que trae algún cambio)

Nunca fue el Edén


Respiraban el humo de días extraños,

de fronteras militarizadas y futuros enrejados.

La desidia que pesaba en los bolsillos vacíos.

En las ruinas de una historia

que nunca dejaron que fuera suya.


Entonaban en silencio plegarias y oraciones

caídas en un pozo de amnesia y olvido.

Buscando quizá el eco de un dios

sordo y ajeno al mundo.


Hicieron un hatillo de esperanzas y ropas raídas

dejando en el puerto el pasado y el miedo.

Buscando consuelo en aquel sol lejano

que calienta el cuerpo pero enfría el alma.


No eran los únicos que conocían el hambre,

pero podían recitar de memoria las mil y una heridas

que deja al pasar de largo la vida



No se conocían de nada y sin embargo,

el rodeó el cuerpo de ella con su brazo,

Como si con ese gesto alejase

todos los fantasmas de otras vidas.


Y la protegiese de la desdicha y la pena,

de ostentar otra medalla de fracasos

que esperaba en aquella playa sin castillos de arena

con un tricornio y una manta bajo el brazo.

Anatomía del fracaso










Daba por hecho tantas cosas,

que me olvide de admirar tu sonrisa,

y casi no miraba los ojos que eran

talismán y amuleto de mis días.


La forma en que me mirabas,

apartando cualquier duda de mi cuerpo.

Cuando el mundo era un lugar escondido,

entre la cena y el libro de cabecera.


Cuando contábamos con años por delante

y créditos ilimitados de besos y abrazos.

Antes de las hipotecas de tiempo limitado

y los saldos de sueños agotados


Di por hecho que sabías,

que todos mis besos llevaban tu nombre,

a pesar de guardarlos bajo llave y callarme

o de no darlos por si alguna vez te echase de menos.


Las noches de verano y los conciertos,

el olor de tu cuerpo en mi cuerpo.

Di por hechas tus caricias

antídoto de las soledades más frías.


Y ahora me encuentro tirando a la basura,

las promesas que siempre di por hechas,

las cosas en definitiva, que tu no sabías.


Y ahora, que te vas preguntándome si te quería,

me doy cuenta de que di por hecho

que no te irías.


Fotografía: "Dando imagen a tus poemas" de Mar Argüello Arbe