Dedicada a la Señora Justicia en honor a las vacaciones que parece se está tomando y en reconocimiento a la impostora que ha ocupado su lugar


Es indignante que un país sea capaz de mirar hacia otro lado mientras manos manchadas de sangre mueven los hilos de la política y condenan lo justo.

Triste que herederos del fascismo campen a sus anchas por un país que fue víctima de mentes perturbadas.

Asqueroso que una ley del silencio impuesta por el miedo, se convierta en leimotiv de nuestro pasado. Un pasado cerrado al conocimiento, al debate, al juicio crítico.

Desolador que se excusen las mayores barbaridades entre hermanos apelando al momento. Si fue así, si ocurrió y nada se puede hacer, remendémoslo sin repetir los errores del pasado.


Aberrante que en un país supuestamente aconfesional, una secta ancestral tenga poder para salir en la portada y no salga en la sección de chistes.La misma secta cuyo jefe ocultó asuntos tan escabrosos como los abusos de menores. Robando la infancia y llamando pecadoras a madres desesperadas, a leyes progresistas.

Por último, imperdonable cerrar las puertas de la justicia universal, ahora que este derecho empieza a molestar. Ahora que no son pequeños dictadores los juzgados, sino asesinos confesos a manos de un país tan peligroso como necio.

Hoy, me siento astiado de pertenecer a un país paupérrimo, inculto, dividido, radicalizado. Un país que hace 74 años que perdió el norte.

3 comentarios:

Haidée dijo...

Totalmente de acuerdo, con un perfecto título... a mi también me cuesta calmar la indignación de la sangre.

iliamehoy dijo...

Te salió la rabia, de un golpe... rotundo, claro.
Me admira tu actitud.
Una sonrisa

Laura dijo...

...Y que aún no lo ha encontrado.

La misma sensación tengo yo.

Un saludo