Su minuto de gloria

En España la política se mueve a través de titulares. De ahí que en este país haya peores políticos que publicistas. O quizá los políticos sean más publicistas que otra cosa. Y es difícil el arte de salir en un periódico, ser portada, ganarte tu papel en la triste historia social de infamias y desprestigios, y dormir bien por la noche.

Difícil conjugación que el peor de los dirigentes de nuestro país lo lleva como bandera. Y con esto no es de extrañar casos como el del Señor Fabra o Enrique Mújica (Defensor del pueblo) llamando a los antitaurinos palabras desafortunadas. O el caso de una iglesia en decadencia que usa la fuerza del dedo acusador como instrumento de manipulación social. Una lista que en otros países se corta de raíz, aquí se oculta bajo la alfombra de la cotidianeidad, enseñándonos a fuerza de años, que la justicia, además de ciega y sorda, es amiguísima del poder.

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