Sólo encuentro una explicación para que en un país donde las dos principales fuerzas políticas, siempre enfrentadas, juegan a zancadillearse los avances sociales, sean capaces de ponerse de acuerdo para retroceder en los principios básicos de justicia.
La explicación es el dinero y el interés político.
Pero lo peor de todo no es que vayamos a perder una referencia para el mundo entero en cuanto a justicia y solidaridad se refiere, sino que lo hagamos por la rastrera idea de ser invitados a la cumbre del G-8, cenar con Obama en la casa blanca o poder ir de turismo a una Palestina invadida por quienes nos compran nuestros productos. Restringimos la justicia para poder sentirnos más cómodos ante la infamia universal. Quizá menos responsables. En cualquier caso, se acaban de cargar la base de nuestro estado, cuando el congreso que nos representa pretende someter a un poder libre de su manipulación, como es la justicia. Ahora creo que la justicia, además de ciega, es esclava.
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